Una trajinera con el nombre del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, navegaba por las aguas del Embarcadero Nuevo Nativitas, en Xochimilco; pareciera que daba la bienvenida a las escasas familias que, en busca de pasar un buen rato, alentaron también a los remeros, músicos, cocineras y demás dependientes económicos del turismo en este «lugar o campo de flores».
«Si nos hubiera gustado venir con más familia porque somos bastantes, pero primero quisimos averiguar cómo estaba todo y sí, te ponen gel, te piden portar el cubrebocas y la verdad es que está bastante tranquilo; la próxima ocasión ya regresaría con más confianza», dijo a 24 HORAS Alfredo Mora, quien junto a su esposa y dos hijas, realizó por primera vez un recorrido en trajinera.
Omar García fue el remero a cargo de su viaje y al igual que otros trabajadores de la zona, se valió de su ingenio para generar ingresos ante el cierre de los 11 embarcaderos de Xochimilco, el pasado 1 de abril.
«Yo puse un puesto de pulque y fue lo que me ayudó. Muchos también trabajamos en darle mantenimiento a las trajineras; en temporada de lluvia les sacamos el agua y les dimos su mano de pintura», dijo luego de que, apenas este viernes 21 de agosto, el embarcadero arrancó operaciones con el 30% de su capacidad.
«En la asociación en la que estoy somos 10 remeros y hoy trabajamos tres. Cuando recién empezó la pandemia sólo hacíamos un viaje; este fin en promedio, salieron dos por dia. Para cómo está esto, si ha habido movimiento», añadió.
Los esquemas de la Nueva normalidad se veían más claros al paso que las trajineras se adentraban en los canales: mariachis con cubrebocas ofrecían sus canciones por 150 pesos; las cervezas «de ampolleta» sustituían temporalmente a las ansiadas micheladas, mientras que las lanchas colectivas llevaban apenas 20 pasajeros en vez de los 60 para los que tienen capacidad.
«Ojalá el Gobierno nos pudiera dar apoyo publicitario, porque ahorita vamos a trabajar prácticamente cada 15 días. En Nativitas somos 12 lanchas colectivas; seis estaremos una semana y seis la otra», comentó el remero Arturo Miranda, quien a sus más de 60 años de edad, subsistió con el estímulo económico que le brindó la alcaldía (12 mil 800 pesos para los cuatro meses de cierre), la pensión de su esposa y uno que otro trabajo extra de carpintería.
En un ambiente que sin ser festivo, se mantuvo la alegría, visitantes se llevaron una idea similar a la del señor Eloy Hernández, quien al bajar de una trajinera que de inmediato fue sanitizada, comentó: «Debemos consumir para seguir apoyándonos, para que los músicos mantengan su trabajo, para que a la señora que vende la comida no se le eche a perder su producto. Hoy que la economía está lentísima es cuando más debemos echarnos la mano».
LEG