Rusia advierte a Occidente mediante su nueva doctrina nuclear
 

En una medida que podría redefinir la postura estratégica de la alianza, la OTAN se prepara para comprometerse con un objetivo de gasto en defensa del 5% del PIB en su cumbre de finales de junio en La Haya.

Encabezada por el secretario general Mark Rutte, la propuesta exige una inversión del 3.5% en capacidades militares básicas y un 1.5% adicional en infraestructura relacionada con la seguridad.

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Según el funcionario, esta iniciativa refleja la creciente preocupación de que Rusia, reforzada por la tecnología china y aliada con Irán y Corea del Norte, pueda reconstituir sus fuerzas para atacar a la OTAN en cinco años.

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"Estamos todos en el flanco oriental ahora", declaró Rutte en Chatham House, en Londres, donde describió el plan con claridad: la disuasión debe reconstruirse, y rápido. Rusia produce actualmente 1,500 tanques, 3,000 vehículos blindados y 200 misiles Iskander al año, y supera a la OTAN en producción de municiones por un factor de cuatro.

El Reino Unido, bajo el primer ministro Keir Starmer, se ha comprometido a alcanzar el 2.5% del PIB para 2027 y el 3% a inicios de la siguiente década. Sin embargo, incluso este ritmo acelerado podría resultar insuficiente. "Si no gastamos, podríamos preservar el Servicio Nacional de Salud (del Reino Unido)", advirtió Rutte, "pero más vale que aprendan a hablar ruso".

La urgencia va más allá de los presupuestos. Rutte enfatizó que las defensas aéreas y antimisiles del bloque deben expandirse en un 400%, las reservas deben reconstruirse y la logística debe duplicarse. "La esperanza no es una estrategia", dijo, invocando a Churchill.

La cumbre también está diseñada para aplacar al presidente estadounidense Donald Trump, cuyas críticas pasadas al reparto desigual de la carga de la OTAN aún resuenan. El marco propuesto del 5%, con flexibilidad en los plazos, está diseñado para asegurar la aceptación estadounidense y evitar los picos de tensión provocados por promesas pasadas incumplidas.

Aun así, persisten las fricciones. Algunos gobiernos europeos, especialmente aquellos con dificultades económicas o menos alarmados por Moscú, se enfrentan a resistencia interna.

Lo que se avecina no es solo un debate fiscal, sino un replanteamiento estratégico. La OTAN apuesta su credibilidad —y potencialmente su supervivencia— a la capacidad de igualar no solo las cifras de Rusia, sino también su preparación para atender un conflicto en cualquier momento.

Como concluyó Rutte: “No hay segundas oportunidades cuando se trata de nuestra seguridad”.

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