Un asiduo lector –eso dice él–, experto en asuntos petroleros, confiesa que el precio de 21.50 dólares por barril de la mezcla mexicana de exportación, registrado el día de ayer, es para espantar a cualquiera, y más a los integrantes del Gabinete del México Próspero.

 

¡No se apaniquen! Petróleos Mexicanos mantiene uno de los costos de producción más bajos a nivel mundial, con un promedio inferior a 10 dólares por barril en los campos que actualmente están activos; incluso, en algunos pozos en aguas someras, está por debajo de los siete dólares por barril. Mejor todavía, el nivel de costos promedio medido en dólares ha disminuido recientemente debido a un efecto cambiario derivado de la apreciación del dólar, ya que la mayoría de los servicios que se utilizan en estos campos de producción están contratados en pesos, afirma la nueva empresa productiva del Estado. Debemos estar felices de contentos. Preocupémonos cuando los petroprecios lleguen debajo de los 10 dólares, parece ser el mensaje.

 

El mismo lector comenta sobre la petrolización de la economía a la que se refirieron José Ángel Gurría y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, la semana pasada. Y dice:

 

Yo siempre he distinguido en la importancia del sector petrolero en la economía mexicana en tres variables:

 

1. En el PIB. O lo que es lo mismo en la producción nacional. En este rubro la economía mexicana siempre ha estado muy diversificada, con un sector manufacturero que representa más del 25%del PIB, mientras que el petrolero no llega al 4%. En los países del Medio Oriente el sector petrolero representa más del 80% del PIB.

 

Con base en este indicador la economía mexicana no está petrolizada.

 

  1. En la contribución en la generación de divisas (dólares). En los años ochenta la mitad de los ingresos en cuenta corriente provenían de las exportaciones de petróleo y entre el 75 y el 80% de la exportación de bienes era petróleo.

 

En este caso le acepto a Videgaray que la importancia del petróleo en la generación de divisas se ha reducido, incrementándose otros rubros. Aunque todavía sigue siendo un factor importante, tan es así que con la reducción en los ingresos petroleros hay déficit en la cuenta corriente que ha impactado en el tipo de cambio. ¿O que los 18 pesos por dólar es una ilusión óptica o “un mito genial”?

 

  1. En los ingresos del gobierno federal. Los impuestos de la actividad petrolera representan más de un tercio de los ingresos del gobierno federal.

 

Gracias a los impuestos a las gasolinas y diésel se ha podido mitigar en parte la reducción de los impuestos a la extracción del crudo. Bueno y al déficit fiscal (ya que no han querido apretarse el cinturón; hay que seguir utilizando aviones privados y helicópteros…) el gasto corriente del gobierno federal no se ha ajustado significativamente.

 

Aquí yo no veo un cambio significativo en la dependencia del gobierno en la actividad petrolera, concluye nuestro lector.

 

O sea que todo es cuestión de terminología, acota el columnista. No está petrolizada la economía, pero dependemos de las ventas del petróleo, del IEPS a los productos petrolíferos. “La misma gata nada más que revolcada”, dirían otros.

 

Agenda previa

 

En diciembre de 2015 concluyó la compra consolidada de medicamentos para 2016. El proceso estuvo liderado nuevamente por el IMSS y participaron el ISSSTE, la Secretaría de Marina, la Secretaría de la Defensa Nacional y Petróleos Mexicanos, así como 18 entidades federativas y 17 institutos de la Secretaría de Salud. Esta compra ascendió a casi 48 mil millones de pesos, convirtiéndose en la más grande del sector público. Gracias a la consolidación, los ahorros generados ese año ascendieron a dos mil 521 millones de pesos que, sumados a los conseguidos en las compras realizadas en 2013 y 2014, representan un ahorro total acumulado de casi 11 mil millones de pesos. ¡Nada más y nada menos!

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