Mientras el secretario de Hacienda presumía que la estabilidad financiera y los efectos de algunas reformas estructurales, como la de telecomunicaciones, energética y financiera, estaban contribuyendo al dinamismo del consumo y al bienestar para las familias mexicanas, a grado tal que algunos ya se sienten como en “el país de Disney”, el Fondo Monetario Internacional –no los escépticos analistas y observadores mexicanos– pretende desilusionarnos con sus negras perspectivas para el país el próximo año y los que siguen.

 

En la evaluación anual del Directorio Ejecutivo del FMI sobre la economía mexicana en 2015, sus integrantes –que estuvieron en “La Nopalera” recopilando y analizando información económica y financiera, reuniéndose con autoridades competentes, analistas bisoños del sector privado y representantes de la sociedad civil– aplaudieron por un lado las políticas macroeconómicas del país y el fuerte compromiso de las autoridades de mantener la fortaleza de los fundamentos de la economía y salvaguardar la estabilidad financiera. Destacaron el progreso alcanzado en la implementación de las reformas estructurales; aplaudieron la política monetaria que ha contribuido a mantener una baja inflación; elogiaron al sistema financiero y otras cosas muy bonitas que se han hecho.

 

Pero en una parte de su amplio informe, plasmaron su preocupación por dos que tres cositas: la baja en la producción y en los precios del petróleo y el uso de las reservas internacionales. Sobre este último punto, los expertos del FMI hacen un llamado a limitar su uso para ordenar el mercado, y a reponerlas una vez que cesen las presiones. O sea, una vez pasada “la tormenta financiera”.

 

Pero no nada más los ejecutivos del Fondo están preocupados por el uso de las reservas internacionales, sino también algunos analistas y observadores que cuestionan que si el Banco de México sigue “defendiendo al peso como lo hizo José López Portillo”, un día de éstos con las únicas reservas que vamos a terminar es con las de vino, que según los malosos existen en las cavas del Banco Central.

 

Y es que los ejecutivos del organismo internacional estimaron que para final de año el gobierno mexicano habrá utilizado unos 33 mil y pico de millones de dólares de dichas reservas, lo que significaría una reducción de 17.2% respecto al saldo alcanzado el 31 de diciembre de 2014.

 

Dicho de otra manera, al finalizar 2014 había en las arcas de Banxico 193 mil 239 millones de dólares, y a fin de este año habrá nada más 160 mil millones de “verdes”. Hasta el pasado 6 de noviembre, el Banco Central había utilizado 21 mil 5 millones de dólares de la reserva de divisas del país en los dos tipos de subastas donde remata algunos “dolarucos”, aunque la reducción de la reserva durante 2015 ascendía a 19 mil 149 millones de dólares, más lo que se acumule en la siguiente semana. Para llegar a la estimación de fin de año de los ejecutivos del Fondo faltan por gastarse más de 13 mil millones de los mismos billetes.

 

Antes del 30 de noviembre, la Comisión de Cambios decidirá si “sigue defendiendo al peso como perro”, de la misma manera que lo ha hecho desde que se implementaron las subastas, o cambia de estrategia. Lo más probable es que siga la estoica defensa, pues persiste la amenaza del incremento de las tasas de interés en Estados Unidos.

 

No defender al peso con las intervenciones del Banco de México en el mercado sería como “cortarle la cola al perro en pedazos”, lo que provocaría un chilladero que para qué se las contamos, apuntan los expertos.

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