A pesar de los atractivos esquemas que ha instrumentado el gobierno federal para combatir la informalidad, el INEGI  reportó que en 2015 había en el país más de 30 millones de personas que se encontraban en esa situación que, dicho sea de paso, es una cifra récord. Más aún, el número de informales aumentó en ese año 1.1 millones con respecto al 2014.

 

A principios de 2014, el secretario de Hacienda anunció la puesta en marcha de un programa para combatir la informalidad, en la que se encontraban en ese entonces más 28.6 millones de personas en todo el país. El mismo funcionario lo bautizó como Régimen de Incorporación Fiscal (RIF), al cual se incorporaron quienes tributaban en el Régimen de Pequeños Contribuyentes (Repecos), que sumaban 3.5 millones de personas.

 

El RIF, explicaba Videgaray en aquel entonces, es un régimen transitorio de 10 años. En el primero, todos los que decidan acogerse a él no pagarán un solo peso de impuestos (ISR, IVA, ni IEPS); sólo tendrán que llenar una declaración donde informen al SAT a quién le están comprando la mercancía y en qué cantidades. En el segundo año, pagarían 10% de los mencionados impuestos, en el tercero 20% y así progresivamente hasta llegar al año 10, donde pagarían el 100%.

 

Tan exitoso fue el RIF, que en unos cuantos meses de operación, según la Secretaría de Hacienda, más de 4.25 millones de contribuyentes se habían inscrito en ese esquema, considerando los 3.5 millones de Repecos, claro.

 

En ese mismo año (2014) se anunció un nuevo programa para incorporar a los informales -que seguían siendo 28.6 millones de personas en todo el país-, al que llamaron  “Crezcamos juntos”, que tiene los siguientes beneficios:

 

Primero: Acceso a los servicios médicos y sociales del IMSS para el dueño del negocio y sus empleados. Para acceder a estos beneficios, recibirán descuentos de sus cuotas de seguridad social durante 10 años; en los primeros dos años, sólo pagarán la mitad de las mismas.

 

Segundo: Tendrán una pensión para el retiro, igual a la que hoy tienen los trabajadores afiliados al Seguro Social.

 

Tercero: Tendrán crédito para su vivienda; con tan sólo ocho meses de aportar sus cuotas al Infonavit, y mediante un programa de la Sociedad Hipotecaria Federal, podrán solicitar un crédito hipotecario con tasas de interés bajas. En una primera etapa, se otorgarán cerca de 110 mil créditos.

 

Cuarto: Tendrán descuentos en el pago del Impuesto Sobre la Renta durante 10 años. Quien se decida a ser formal, en el primer año recibirá un descuento de 100% en el pago del Impuesto Sobre la Renta. En el segundo, será de 90%, y así, sucesivamente.

 

Quinto: Apoyos económicos a pequeños empresarios. A través del Instituto Nacional del Emprendedor, más de 120 mil pequeños empresarios recibirán un apoyo directo, desde cuatro mil pesos. En una primera etapa, se otorgará un total de 500 millones de pesos para beneficiar a este sector.

 

Sexto: Créditos para los negocios y sus empleados. Los negocios que se incorporen a la formalidad podrán recibir un crédito de la banca comercial por un monto desde cinco mil hasta 300 mil pesos, a tasas preferenciales.

 

El 11 de marzo de 2015, mediante decreto, se ampliaron los beneficios a los contribuyentes del RIF, bajo el argumento de que los resultados de este esquema en su primer año de existencia “fueron sumamente alentadores” (casi 900 mil contribuyentes más). En pocas palabras les dieron a los inscritos en el RIF en 2014 un año de gracia en el pago de impuestos.

 

La pregunta que se hacen hasta los analistas bisoños es: ¿Por qué si los mencionados esquemas han sido exitosos, el número de informales creció el año pasado en 1.1 millones? ¿Será que como en la fábula del burro y la zanahoria, el tubérculo no es lo suficientemente atractivo?

 

¡Que alguien explique!

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