Al procurador de Justicia del Distrito Federal le pasó lo mismo que al gobernador del Estado de México: por andar negando la presencia de la delincuencia organizada y desorganizada en sus territorios, y declarar que la escalada de violencia en los mismos era más ficción que realidad, tuvieron que comerse sus palabras.
Durante su comparecencia ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, a principios del mes de octubre, el procurador Rodolfo Ríos Garza dijo contundente: No existe la presencia de la delincuencia organizada en la Ciudad de México. Y para darle fuerza a sus dichos mencionó: “Han existido diversas reuniones del gabinete de seguridad nacional a las que asisten los secretarios de Marina, de Defensa, del Cisen y por supuesto el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y no se ha hecho mención de la presencia de ningún grupo delictivo de la delincuencia organizada en la Ciudad de México”.
Un mes después de la comparecencia de don Rodolfo, los medios de información empezaron a publicar notas, no desmentidas hasta la fecha, en el sentido de que la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) había detectado la presencia de varios cárteles del narcotráfico y células operativas en prácticamente todo el territorio nacional, incluyendo al Distrito Federal. Antes, la misma PGJDF informó que durante un operativo en el barrio bravo de Tepito recibió cientos de denuncias de comerciantes que han sido víctimas de extorsión por esa delincuencia organizada que todos se niegan a reconocer, pero que es de carne y hueso.
¿Por qué ocultar lo inocultable?, pregunta la sociedad capitalina, la del Estado de México y la de casi todos los estados de la República que viven diariamente en medio de la violencia. ¿Por qué no hablar con la verdad y reconocer que en una buena cantidad de ciudades y municipios los delincuentes organizados y desorganizados están ganando la batalla? ¡El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, ya lo hizo!, ¿eh? ¿Y sirvió de algo?, preguntan los escépticos. ¡Bueno, tampoco se pueden esperar milagros!, reviran los encargados de velar por la seguridad de los ciudadanos.
Hace poco más de un mes, en su Cuarto Informe de Gobierno, Eruviel confesó que la inseguridad en la entidad sigue siendo “el talón de Aquiles” de su administración. Aceptó sin inmutarse que en Ecatepec la gente está haciendo justicia por propia mano, lo que no está bien, por supuesto. Prometió que en los dos años que le faltan para concluir su sexenio, “no bajará la guardia” y que habría “un cambio de timón para regresar la seguridad a ese municipio… como la llegada de un mayor número de efectivos del Ejército, la Marina, la Policía Federal y la estatal…”
Para los habitantes de Ecatepec, “Nezayork”, Cuautitlán, Texcoco, Naucalpan, Chalco, Chimalhuacán, Los Reyes, Ixtapaluca y zonas circunvecinas, dicho reconocimiento resultó preocupante porque confirmó que ninguna de las estrategias implementadas en los cuatro años de su gobierno para combatir a la delincuencia en la entidad mexiquense ha dado resultados, comentamos en este espacio. Y recordamos que un año atrás, Eruviel Ávila había declarado que la escalada de violencia en los municipios mencionados era “atípica y temporal”, lo que no fue cierto porque se convirtió en permanente y le tuvieron que mandar al Ejército mexicano, a la Marina, a la PGR, al Cisen y otras instituciones para que se hicieran cargo de la seguridad en el Estado de México.
Hasta la fecha, en el Estado de México no se ha visto ese “cambio de timón” que prometió el gobernador para regresar la seguridad. Peor se las cuento, ahora un grupito de “anarcos” –que colocó bombas caseras en unidades de la Línea 2 del Mexibús– pretende complicarle el panorama al gobernador.
¡Estamos fritos, pues!, exclaman los habitantes del DF y de los municipios del Estado de México que son víctimas de la violencia. ¡Si no pueden, renuncien!, gritan algunos.