Todos los sectores conservadores mexicanos que están pidiendo –o sea: exigiendo— la intervención de la Casa Blanca en contra de decisiones nacionales del presidente López Obrador están viendo con decepción que la Casa Blanca… tiene otros datos.
La Casa Blanca y Palacio Nacional entienden muy bien que la relación bilateral no es económica o política o amistosa o vecinal, sino que la vinculación está determinada por enfoques geopolíticos y de seguridad nacional.
El último incidente la semana pasada lo prueba: el Departamento de Estado se metió a calificar reformas legales mexicanas que pueden no gustar pero que han cumplido con todos los mecanismos constitucionales para la reforma electoral, pero horas después la Casa Blanca ordenó dar un viraje y salirse de la zona de tensión.
Como político de confrontación, el presidente López Obrador conoce muy bien las sensaciones y los pulsos de Estados Unidos y sabe que hasta noviembre de 2024, los destinos de ambos países estarán atados por las elecciones presidenciales en junio aquí en México y en noviembre en EU.
Como pocas veces en la historia las relaciones están moviéndose en un triángulo de pasiones: López Obrador no quiere que EU apadrine con su poder a la oposición, juega con habilidad a la relación institucional con Biden y manda mensajes de que se entiende mejor con Donald Trump que sigue avanzando hacia la candidatura presidencial en 2024.
Las elecciones mexicanas tienen ventaja porque se deciden en junio de 2024, inclusive antes de la campaña formal en EU y de las elecciones americanas en noviembre. De ahí la perspicacia del Presidente mexicano para ir acotando a la Casa Blanca con el fantasma de Trump.
La clave de este juego estratégico de poder radica en que Trump en efecto sea candidato.
Zona Zero
- La política estadounidense está atravesando por situaciones de conflicto que no le permiten imponer a México sus manotazos autoritarios y depende más bien de un entendimiento. Aunque tiene un Presidente no geopolítico, la agenda México se atraviesa en temas fronterizos, de relaciones con América Latina y de distanciamiento mexicano de las sanciones contra Rusia por el caso de Ucrania. Palacio Nacional mantiene las relaciones con Cuba, Nicaragua, Venezuela y Argentina como un mecanismo de resistencia ante las viejas exigencias imperiales de la Casa Blanca.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh