Detrás de la información proporcionada por el secretario federal, Omar García Harfuch, y por la fiscal capitalina, Bertha Alcalde, se encuentra el reconocimiento implícito de lo que se hace referencia por razones a veces no reflexionadas: la existencia de delincuencia organizada en la Ciudad de México y en el país como consecuencia de seis años de tolerancia.

Cuando el presidente López Obrador, al iniciar su administración, definió los principios entonces estrategia de seguridad basado en enfoques sociales y humanistas, estaba considerando en que el pensamiento malvado o criminal de los delincuentes era producto de las desigualdades sociales.

Y en efecto, la pobreza y la marginación formaban parte de la delincuencia en bruto, pero desde entonces se tuvieron evidencias de que la estructura de dirección delictiva de las bandas no respondía al modelo Robin Hood que había sido popularizada desde la Edad Media: los malos que eran buenos y que usaban la maldad para despojar a los ricos de la riqueza mal habida y regresársela a los pobres.

La reactivación de una política real de combate al crimen organizado durante lo que va de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo no necesita reconocer que los malos son malos por decisión propia y que los que fueron empujados a la delincuencia por la pobreza se han salido de la inseguridad, pero las bandas como estructuras de poder sigan prevaleciendo y nutriéndose de la parte de la sociedad que de manera consciente quiere encontrar el camino corto a la riqueza y el bienestar.

La proliferación de la delincuencia no sólo se debe encontrar en la pobreza, sino que forma parte de la configuración binaria del pensamiento del ser humano y que buena parte de los delincuentes lo son por decisión propia y no empujados por la falta de bienestar.

De ahí la importancia de que la estrategia de seguridad del Gobierno actual haya regresado a su función de combatir la inseguridad, no de justificarla.

 

Zona Zero

  • El Gobierno mexicano debe de suponer desde ahora que el acuerdo de seguridad que de un momento a otro se firmará con la presencia del secretario de Estado, Marco Rubio, va a recolocar a la DEA como una agencia fundamental de las labores Estados Unidos-México en la lucha prioritaria estadounidense contra los cárteles del narcotráfico, a pesar de los resquemores acumulados de México contra la agencia antinarcóticos por conflictos anteriores.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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@carlosramirezh

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