En medio de los jaloneos entre el presidente de Estados Unidos y la presidenta mexicana con unos aranceles como espada de Damocles, México comenzó ya a hacerle concesiones a Estados Unidos en materia de migración y tráfico de fentanilo.
Sin embargo, hay que entender que en el tema bilateral existe sólo un punto que le interesa a la Casa Blanca: la destrucción de los cárteles mexicanos en México, no los arrestos de algunos capos, tampoco decomisos que no ven con malos ojos, ni menos aún condiciones más estrictas para el contrabando de droga.
Ahí se encuentra, en el tema de las estructuras de los cárteles del narcotráfico mexicanos, todo el contenido de las presiones de EU sobre México: las organizaciones criminales dedicadas a la droga que ampliaron su fuerza e influencia en México en el sexenio anterior en que se les dejó de perseguir por el argumento de “abrazos, no balazos”.
La severa acusación del presidente Trump en un documento oficial de la Casa Blanca de la “intolerable alianza” del Gobierno mexicano con el narcotráfico está sopesando lo que Estados Unidos está exigiendo: las estructuras territoriales, sociales y políticas de los cárteles mexicanos, cuyo nacimiento y consolidación está explicado en todo tipo de análisis que se haga sobre el tema: un grupo delictivo solo puede nacer, crecer y desarrollarse al amparo de la complicidad de estructuras públicas.
EU se dio cuenta que de poco le sirve tener a El Chapo Guzmán, a sus hijos y a El Mayo Zambada en cárceles estadounidenses, porque en Sinaloa y estados aledaños sigue operando una estructura que continúa haciendo funcionar la maquinaria criminal del narco en la producción de drogas para consumirse prioritariamente en Estados Unidos vía contrabando.
En este contexto, los 30 días que EU concedió “generosamente” a México para dar resultados con el narcotráfico tienen como objetivo la destrucción de cárteles, no más decomisos.
Zona Zero
- Estados Unidos no tardará en ampliar sus presiones a otros países que están ya metidos en la movilización de precursores, fabricación y distribución de fentanilo en otras partes del mundo que de alguna manera también afectarán al territorio americano. El objetivo central está nada menos que en China, pero ahí la agenda estadounidense es mucho mayor que la de drogas y entonces la Casa Blanca podría toparse con pared y no lograr una disminución sensible en la producción y contrabando de fentanilo hacia su territorio.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh