La capacidad analítica del periodismo mexicano parece haber perdido buena parte de su feeling o enfoque sensible y hasta malicioso del pasado. Detrás de la decisión de pausar la relación diplomática con España se encuentra el argumento presidencial no atendido de la expoliación de recursos por parte de los inversionistas españoles.
Coincidió el posicionamiento sobre España con la visita del excandidato presidencial demócrata, John Kerry, como zar del tema sobre cambio climático, pero con un comportamiento en México como representante de los intereses de las empresas estadounidenses que podrían limitar sus actividades en las decisiones soberanas del Gobierno mexicano para reconstruir la preponderancia del Estado.
Los dos casos son muy singulares: los presidentes de España y Estados Unidos no han conducido las relaciones con México en función de intereses diplomáticos y de convivencia o de alguna agenda geopolítica común, sino que han sido representantes directos de la defensa de los intereses de sus respectivos inversionistas ante modificaciones en las leyes mexicanas que bajan las utilidades especulativas.
En este sentido geopolítico, la pausa en las relaciones de México con España por razones de la expoliación de recursos y utilidades y el contratismo especulador de los gobiernos de Felipe Calderón y Peña Nieto bien podría ser un mensaje indirecto al presidente Biden y a todas sus presiones para obligar a México a no realizar las reformas que están apoyadas por la estructura presidencial y sus bancadas en el Congreso.
Desde Trump, el presidente López Obrador no ha pausado las relaciones con Estados Unidos, pero sí las ha enfriado para eludir las presiones de la Casa Blanca para subordinar la economía mexicana.
Zona Zero
- La presión estadounidense no es solo en el modelo empresarial sino en una ofensiva formal que busca obligar a México a abandonar su decisión soberana de la estrategia de seguridad para construir la paz y no regresar a la exigencia estadounidense de seguir arrestando y matando capos, sobre todo porque la Casa Blanca quiere tener el control del tráfico de drogas para responder a la demanda creciente de su población adicta que es muy superior al 10% de estadounidenses que son reconocidos como drogadictos.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
seguridadydefensa@gmail.com
@carlosramirezh