Aunque las elecciones presidenciales de Estados Unidos involucran de manera directa y prioritaria a los estadounidenses, los efectos políticos y de vecindad tendrán una repercusión en modo de pulmonía en México.
En este contexto, los mexicanos debieran hacer un análisis frío de las elecciones estadounidenses. Aquí ha ganado de manera sensible el enfoque de repudio al expresidente Donald Trump, pero en términos generales y hasta ahora la base electoral del trumpismo tiene garantizado cuando menos un 50% del electorado. Y no debe olvidarse que en el 2016 Trump ganó la presidencia.
La posibilidad de detectar la sensibilidad actual de la sociedad estadounidense podría facilitar cuando menos la expectativa de entender los porcentajes de viabilidad que tendría Trump para ganar las elecciones. En los cuatro años de Biden, Trump se convirtió en la principal figura política del régimen.
La vicepresidenta Kamala Harris ha podido capitalizar en el arranque de su candidatura una muy buena parte de la base político-electoral de los demócratas de Biden, pero le está costando trabajo configurar un discurso político más allá de Biden y en disputa prácticamente callejera con Trump.
Los errores de los gobiernos demócratas de Barack Obama y Biden en materia migratoria representan la base principal electoral de Trump; en los hechos, Biden incumplió la vieja promesa de reforma migratoria, abrió la frontera para recibir a millones de migrantes sin revisar sus documentos migratorios y al mismo tiempo realizó la más grande campaña de deportación de extranjeros que querían quedarse a trabajar en Estados Unidos.
La polarización social en el tema migratorio, la crisis inflacionaria y la recesión que comenzó a tumbar la economía mundial va a ser --como ha ocurrido en los ciclos presidenciales-- favorable para Trump y no se ve que la vicepresidenta Harris tenga con qué enfrentar esos pasivos.
La clave está en un punto muy sencillo: en EU votan los estadounidenses.
Zona Zero
- En medio de las expectativas mediáticas de que Ismael El Mayo Zambada vaya a abrir en Estados Unidos la cloaca de las complicidades mexicanas con los narcos, la racionalidad política aconsejaría bajarles dos rayitas a los buenos/malos deseos. Ninguno de los casi veinte grandes capos de peso en EU ha delatado a políticos, con la excepción del caso de Genaro García Luna, aunque con la certeza de que los expedientes políticos de funcionarios con narcos mexicanos no han llegado --ni llegarían-- más arriba.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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