Algunos analistas financieros se mostraron sorprendidos porque la Unidad de Prácticas Comerciales Internacionales (UPCI) declaró improcedente iniciar una investigación por “dumping” en los precios del jarabe de maíz que México importa de Estados Unidos, que un par de empresas productoras de azúcar líquido solicitó hace unos meses.
La dependencia no encontró elementos suficientes para iniciar dicha investigación. Los malosos dicen que las empresas elaboraron su demanda “al vapor” y con argumentos poco convincentes. Quienes realmente conocen del tema azúcar y fructosa anticiparon desde febrero pasado que la solicitud de Sucroliq y Metco iba a ser rechazada por dos cositas:
- Por improcedente, puesto que los márgenes a los que se vende el jarabe de maíz importado no tuvieron efectos adversos en las ventas de los productores internos de azúcar líquido, como exponían los quejosos.
- Porque no existía una correlación en el desempeño de las ventas de fructosa provenientes del exterior con una baja de la facturación, resultados operativos e inversiones de las compañías denunciantes.
Especialistas en el ramo y varios participantes del sector azucarero mexicano advirtieron, previo a la presentación de la demanda, que ésta no prosperaría porque no se habían reunido dos condiciones básicas para el caso:
- Que la mercancía que se está importando delimite a otro por un aumento significativo en su volumen de entrada.
- Que el precio de ese producto afecte a otro llevándolo a la baja.
Y explicaban, para que lo entendieran hasta los bisoños: En el primer caso, por lo menos en los últimos dos años, las importaciones de alta fructosa no se habían incrementado. Según los balances oficiales, la participación de este endulzante disminuyó en los tres últimos ciclos, después de que en el 2011/2012 alcanzó máximos históricos en México con una participación total (entre importaciones y producción nacional) de un millón 735 mil toneladas. En el ciclo 2012/2013, la participación total fue de un millón 567 mil 199 toneladas (1.1 de importación y cerca de 500 mil de producción nacional); en la zafra 2013/2014 fue de un millón 372 mil toneladas (912 mil importadas y 498 mil elaboradas en el país). Para el ciclo que acaba de concluir se tiene estimado un ligero repunte, al ubicar su participación en un millón 443 mil toneladas (973 mil toneladas de importación y 503 mil de producción nacional).
En el segundo caso, las cotizaciones de la fructosa no han inferido en el comportamiento de los precios del azúcar, y mucho menos en el del azúcar líquido; el jarabe de maíz ha operado entre los ocho mil y 10 mil pesos la tonelada (en su equivalente a azúcar), en tanto que el refino se ha vendido entre 10 mil y 12 mil pesos la tonelada, con excepción de los primeros meses de 2014, en donde estuvo debajo de los 10 mil pesos debido a la sobreoferta que generó la zafra 2012/2013.
El azúcar líquido se volvió atractivo porque según los mismos productores tenían amplios márgenes sobre la HF y el dulce de caña, ya que se podía elaborar con azúcar de zafras pasadas, con barrenaduras, hecha piedra… que abundaba en el mercado. Sin embargo, los ingenios nacionales comenzaron a volverse eficientes y esos “desechos” desaparecieron, afectando la rentabilidad de los productores del azúcar líquido, quienes para elaborar su producto tenían que pagar precios de mercado.
Regresando al tema del fallo de la UPCI, los expertos comentaron al columnista que los supuestamente afectados tuvieron “el mal tino” de presentar su demanda cuando las importaciones del jarabe de maíz estaban bajando, como expresamos líneas arriba, y cuando los precios del azúcar en México estaban subiendo hasta convertirse, a estas fechas, en un “cuasi boom”.
Los suspicaces afirman que los directores de las dos empresas mexicanas quisieron revirarle a nuestros principales socios comerciales, que acusaron a México por “dumping” y subsidios en las exportaciones de azúcar a Estados Unidos, lo que fue demostrado, motivo por el cual pusieron nuevas reglas a este tipo de operaciones. Sin embargo, los partners se tardaron unos cinco años en reunir pruebas.
Los observadores consideran que los dueños de Sucroliq y de Metco (que dicho sea de paso este último no vende azúcar líquido) quisieron convertirse en héroes en pleno mes de la patria.