Intento anotar hechos relevantes de las campañas, todas.
Hoy una sola palabra: nada.
Nada que valiera la pena.
Las desventuras de los candidatos es no interesar, fomentar la burla y consejos sin éxito.
Los aspirantes se han convertido en objeto de la mercadotecnia de una industria, que sigue temerosa por la falta de ventas que le da la calidad del contenido.
Retratan sus andanzas, como protagonistas de la vida de sus estados.
Hay quienes hablan y mienten.
Otros motivos para hablar: autodefensa y vanidad.
Ninguno ocupa el nicho de un estratega político.
Sus discursos nos llevan al terreno de mujeres y hombres sin letras y sin escuela política.
Enredan las palabras y, por consiguiente, los hechos.
Sólo sus fanáticos partidarios logran entenderlos.
Sintetizan su fuerza de carácter e inteligencia ofreciendo luchar calle por calle, casa por casa.
Monólogos alucinadores.
No tienen entre ellos la misma dimensión.
En campaña no hay términos medios.
Su responsabilidad es tomar decisiones por difíciles que sean, llevar la iniciativa y no estar detrás del grupo.
Por encima de presagios, para alcanzar la victoria, los candidatos, todos, deberán enfrentar la maquinaria electoral más poderosa: la memoria de los votantes, aunque algunos no la tengan exacta
Milonga: dice el presidente Peña: “Los indicios de criminalidad en diferentes entidades federativas nuevamente comenzaron a regresar a escenarios del pasado que no queremos que vuelvan”. La realidad es que nunca se ha ido.
jfcastaneda9@hotmail.com
aarl
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