En términos políticos, el momento de momentos de 2016 –si no es que del sexenio– fue el de la visita de Donald Trump a Los Pinos, a invitación de Enrique Peña Nieto, en plena campaña presidencial en Estados Unidos.
Un error garrafal en cuestiones diplomáticas, que no sólo le ganó el repudio nacional e internacional al Presidente de México, sino que le costó la cabeza al hombre más poderoso del gabinete en aquel momento: el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
La visita del candidato republicano, recordemos, ocurrió la mañana del 31 de agosto pasado, cuando Trump pasaba por un mal momento en su campaña y Hillary Clinton apuntaba para ganar su pase a la Casa Blanca.
La invitación y el trato presidencial que Peña otorgó al multimillonario no se lo perdonó Barack Obama al mandatario mexicano.
Días después, el 7 de septiembre, el mexiquense se vio obligado “por el Imperio” a solicitarle la renuncia a Videgaray, artífice de la visita, como pago y castigo público de su ambición y su yerro.
La clase política se cimbró. Caía el arrogante y todopoderoso jefe del gabinete (porque así actuaba, como el mandamás) en lugar de quien –una vez más– parecía tener un pie fuera del equipo: Miguel Ángel Osorio Chong.
Los pronósticos para la sucesión presidencial sufrieron un vuelco.
LA RECAPTURA DEL CHAPO.- El 2016 abrió de manera inesperada y propicia para el secretario de Gobernación.
Miguel Ángel Osorio Chong se hallaba debilitado tras la fuga –en julio de 2015– del líder del cártel de Sinaloa. La fuga del penal del Altiplano de Joaquín Guzmán Loera lo había dejado prácticamente sin posibilidades de jugar por la candidatura presidencial.
Pero el 8 de enero pasado, el Chapo Guzmán fue de nuevo detenido –por agentes de la Policía Federal–, lo que le devolvió la “vida” al hidalguense.
¿Que la detención ocurrió de manera providencial, porque a los marinos ya se les había escapado el narcotraficante por las alcantarillas de Los Mochis, en Sinaloa?
Ciertamente. Pero eso era lo de menos. Osorio Chong volvió a acomodarse –aunque en Los Pinos no les haga gracia– en la carrera por la Presidencia de la República.
Emboscan a militares.- El 30 de septiembre de 2016 quedó marcado como un día negro para el Ejército Mexicano, y como origen del punto de quiebre en el discurso del secretario de la Defensa.
En esa fecha, un convoy militar que transportaba a un delincuente herido fue emboscado por un grupo de criminales a la entrada de Culiacán, Sinaloa. Seis soldados murieron, ocho quedaron heridos y un socorrista de la Cruz Roja resultó también lesionado de bala.
A partir de entonces, la voz del general secretario, Salvador Cienfuegos, se hizo más sonora y apremiante en sus exigencias al Ejecutivo –y a los Poderes Legislativo y Judicial– para que se les otorguen mayores garantías y capacidad de acción a las Fuerzas Armadas, si es que se les quiere tener persiguiendo a delincuentes.
Si no, dijo el general, gustosos regresan a los cuarteles porque no les gusta lo que están haciendo.
Ése es el discurso –¡impensable hace unos años!– que hoy escuchamos de un general de División del Ejército Mexicano.
GEMAS. Jueves 1 de diciembre: el dólar rebasó los 21 pesos en ventanilla, tras conocerse la renuncia (a partir de julio próximo) de Agustín Carstens al Banco de México.