Hacedor de iniciativas y proyectos de Constituciones que una y otra vez quedaron archivadas o abandonadas a la vera del camino, Porfirio Muñoz Ledo era ayer referente de senadores –lo mismo del PRI que del PT– que subían a la tribuna a debatir la reforma política del Distrito Federal.

 

“¡Esto es un pegotero de ideas!, lo sabe Porfirio Muñoz Ledo. No podemos dejar ese bodrio de Asamblea Constituyente plurinominal, ¡no se vale!”, recriminaba el priista Omar Fayad desde la tribuna.

 

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Porfirio Muñoz Ledo ha hecho mejores proyectos que éste… Porfirio…, perdieron… Esto es una gran claudicación. Dejaron entrar al PRI por la puerta de atrás. ¡El PRI es el ganón…!”, azuzaba a su vez Manuel Bartlett (PT) acusando la entrega de la Asamblea Constituyente al tricolor.

 

(Al PRI le dieron una sobrerrepresentación de 32% en la Asamblea Constituyente; al PRD sólo le corresponde 19% de los constituyentes, y a Morena –que tendrá una votación muy por encima del PRI en el DF–, le tocará apenas el 19%.)

 

Muñoz Ledo –Comisionado por el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera para la reforma política del DF– seguía el debate desde el mismísimo salón de plenos. A ratos sentado en una curul en el área perredista, a ratos de pie; inquieto y muriéndose de ganas de intervenir y responder a los tribunos.

 

Pero ayer Porfirio no era más que un invitado especial de los senadores. Y en silencio tendría que quedarse ante críticas como las del panista Juan Carlos Romero Hicks, que una y otra vez insistía en que esto –la reforma propuesta- no era una reforma sino “una mera simulación”.

 

“Esta reforma nació muerta… Parece más una cirugía plástica que una reforma… Yo no puedo votar por la simulación, no le puedo hacer eso a la gran Tenochtitlán”, se lamentaba el guanajuatense.

 

Los adjetivos no paraban. “Esta reforma sigue sin ser suficiente, contundente ni ciudadana”, alegaba Mariana Gómez del Campo desde el área blanquiazul, “puede ser una transformación cosmética” advertía, aun cuando reconocía a la vez que por fin los defeños dejarían de ser tratados como ciudadanos de segunda.

 

Esta reforma “llega mal y tarde”, “es una reforma cosmética, incompleta”, acusaba a su vez Pablo Escudero por el Partido Verde.

 

Críticas y críticas. Lo mismo del PRI que del PAN, del Verde y del PT.

 

Sin embargo, como veríamos más adelante, no todos esos reproches serían parejos, ni todos se convertirían en votos negativos. Apoyarían ese dictamen “aunque no nos gusta” (Escudero dixit).

 

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DEFENSAS MEDIOCRES.- Del lado de los senadores del PRD (dejamos aparte la participación de Alejandro Encinas, que ya no es perredista, en su relatoría histórica del Distrito Federal y participaciones posteriores) la defensa de la reforma del DF dejó mucho que desear.

 

La senadora Alejandra Barrales, primera en posicionar al sol azteca, fue muy tibia en su intervención. Lo más que llegaría a apuntar sería un “con todo respeto…, no estamos de acuerdo con lo que dice Escudero…, no conoce a detalle la dinámica de la capital”.

 

Más combativo resultaría Armando Ríos Piter. El guerrerense reclamó abiertamente al del Verde su intención de querer “minimizar” el dictamen y de nunca haber dicho nada semejante cuando estuvieron frente a frente en la mesa de negociaciones

 

Dolores Padierna, Zoé Robledo y Angélica de la Peña nomás no respondieron a las críticas manifiestas ni lograron atrapar en sus primeras participaciones.

 

En cambio, la priista Ana Lilia Herrera hasta a su Presidente de la República rendiría honores por su participación en esta reforma: “A ninguna fuerza política se le puede regatear su participación, ni siquiera a Enrique Peña Nieto, para estar discutiendo y aprobando esta reforma”, alegó.

 

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GEMAS: Regalito del dirigente nacional del PRD, Carlos Navarrete: “Todo mundo estamos esperando cuál va a ser el siguiente capítulo de la novela que están protagonizando (los gobiernos priistas y panistas), para ver quién acusa al otro de más corrupto, de más mentiroso, de más cínico”.

 

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