Una de las mejores descripciones que encontramos en el libro de Nacho Lozano y María Scherer, –El priista que todos llevamos dentro– sobre lo que es el PRI, la hallamos en la entrevista que le hacen estos periodistas a René Bejarano.
Sí, el profesor normalista y catedrático universitario –protagonista de los famosos videoescándalos que lo llevaron al desafuero y hasta a la cárcel– ha observado y estudiado detenidamente a eso que superficialmente llamamos priismo. Y lo define así:
“El PRI es un dinosaurio, es un tiranosaurio rex, es un depredador que se presenta de muchas maneras. Su objetivo principal es asimilarte y destruirte. Lo hace de muchas maneras: con la seducción, la cooptación y toda la parafernalia del poder que deriva de eso. La otra es el exterminio, a veces hasta físico, ya no digamos político”.
¿Una aproximación académica? Bejarano también la tiene:
“(El PRI) es el corazón, el núcleo, las venas, el ADN del sistema político mexicano, del sistema de partidos. Ha sido escuela de cuadros de mucha de la clase política y es una cultura, una forma de hacer política… Es parte de la forma de ser de los políticos mexicanos, para bien y para mal”.
Otras respuestas no se quedan atrás. Para Juan Villoro, por ejemplo, el PRI es “una organización parecida a la de una kermés”, en donde, dependiendo de la cercanía que puedas tener con ciertos miembros del partido o del gobierno, cuentan con mejores boletos para participar en una rifa.
Una de sus características importantes, precisa el escritor, “es no soltar nunca el poder”.
En opinión de Soledad Loaeza, en cambio, la característica que define al PRI es “la búsqueda de la unanimidad” y “la intolerancia frente a la oposición”.
A los Presidentes mexicanos “les aterra la disidencia” y siempre le han tenido miedo al conflicto, asevera la académica.
Para Jorge Castañeda, lo que destaca de entre los rasgos del priismo es “la aversión al conflicto”. Y claro, el culto al rito: “Les encanta el rito a los pinches priistas porque a los mexicanos nos encanta”, refiere el ex canciller.
¿Algo más? Sí, la falta total de respeto a la ley, pero sin decirlo: “Inventan leyes para quedar bien con la opinión, con la sociedad, con los poderes fácticos, aunque todos sabemos que no se van a cumplir”, sostiene Castañeda.
Desde la mirada de Agustín Basave, ex presidente del PRD, el priista –al menos de hace 20 años– era “jacobino, nacionalista, revolucionario” y que no era amigo de la apertura comercial.
Y cuenta entre sus virtudes la astucia y la sagacidad políticas. “El PRI tiene a los políticos más astutos y sagaces de México, con mucho”, asegura.
El escritor Jorge Volpi considera que una de las cosas más priistas que tenemos es “creer que el PRI es todopoderoso, que es casi una encarnación divina, que todo lo podía, todo lo sabía y todo lo manipulaba”.
Lo cual, por cierto, “nunca fue así exactamente”.
Roberto Gil Zuarth aporta, por su parte, algo extra a la imagen del priismo: su visión sobre el Partido Verde, el aliado (apéndice) del PRI:
Los verdes –comenta el senador panista– son como “el priismo kosher”, como “una especie de priismo de élite, un priismo popis, un priismo fancy, un priismo Salvatore Ferragamo”.
GEMAS. Obsequio de Marcelo Ebrard: “La obsesión, la piedra de toque de la cultura priista, es la obediencia al jefe”.