Algo debió aprender Andrés Manuel López Obrador de la toma del Paseo de la Reforma en 2006.

 

 

Pese a no reconocer la victoria del priista Alfredo del Mazo en el Estado de México, ayer no hubo toma de avenidas, ni cierre de carreteras ni manifestaciones multitudinarias frente al Palacio de Gobierno en Toluca.

 

 

Calma chicha o no, López Obrador sabe que ya no está en juego la gubernatura del Edomex, sino su figura y candidatura a la Presidencia el próximo año.

 

 

Se espera que el tabasqueño opte por la vía institucional para impugnar el resultado de la elección, pero no tendrá la posibilidad de pedir el “voto por voto, casilla por casilla’’, porque la ley electoral estatal establece, en su artículo 382 inciso C, que sólo puede haber recuento cuando la diferencia entre el presunto ganador y el segundo lugar sea igual o menor a un punto porcentual.

 

 

Al cierre del PREP, la diferencia entre Del Mazo y Delfina Gómez fue de 2.91 puntos porcentuales, es decir, muy superior al límite exigido para un recuento.

 

 

Ayer, en el cuartel de la maestra había decepción, y en algunos casos, hasta resignación.

 

 

El balance inicial establece que algunos temas influyeron negativamente en la imagen que había proyectado inicialmente: el descubrimiento de que cobró en Texcoco el 10% de sus salarios, cuyo monto y fin son desconocidos.

 

 

Los escándalos de la diputada veracruzana Eva Cadena, que acabaron con el mito de la “honestidad valiente’’, lema que quiso imponer AMLO a Morena.

 

 

Y el tercer y último golpe a la imagen de la candidata fue la revelación de la cercanía entre el Gobierno de Venezuela –cuya imagen en México y el resto del mundo está por los suelos- y Morena.

 

 

¿Cuántos de estos asuntos fueron responsabilidad propia de la maestra y cuántos de sus compañeros de partido, que sentían que ya gobernaban el estado?

 

 

****

Con todo, en Morena creen que todavía se puede pedir la anulación de la votación, dados los testimonios que dicen tener –por carretadas- de la intervención descarada de los Gobiernos estatal y federal.

 

 

Puede ser, pero ante una autoridad no es lo que se sabe, sino lo que se pueda probar.

 

 

Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo.

 

 

****

En Coahuila la continuación del moreirato en la figura de Miguel Riquelme tomó por sorpresa a propios y extraños.

 

 

Se pensaba que los escándalos en los que se vieron involucrados los hermanos Moreira serían suficiente pretexto para que la gente saliera a votar en contra de su continuidad al frente del Gobierno estatal.

 

 

No contaban, sin embargo, con la organización casi militar que tiene el PRI en Coahuila, que le ha valido el reconocimiento incluso de sus propios adversarios políticos.

 

 

Al cierre del PREP, el priista estaba arriba por 1.5 puntos porcentuales sobre Guillermo Anaya, que anunció también la impugnación de la elección.

 

 

Pero, al igual que en el Estado de México, la ley electoral estatal en su artículo 250, tercer párrafo, establece como condición para el recuento –el voto por voto pues-, que la diferencia sea igual o menor a un punto porcentual.

 

 

Ni hablar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *