Las aguas en Tijuana están alborotadas. En días pasados, la ciudad fronteriza vivió el primer “apagón analógico” que se da en México, ese proceso que permitirá el tránsito hacia un mundo con señales totalmente digitales. Este primer paso en una ciudad establecida como piloto, ha dejado a ciudadanos de esa ciudad sin acceso a la programación de televisión, tema que los tiene poco menos que furiosos.
Pero, ¿qué es el apagón analógico? ¿En qué consiste ese tránsito hacia la era digital?
Buena parte del problema que hoy tiene enojados a algunos ciudadanos tijuanenses está relacionado a que no cuentan con el contexto adecuado. Es claro que para tomar una decisión de esta naturaleza, la ciudadanía debe contar con toda la información del porqué, y de ser posible, hacerse del apoyo de la misma; de lo contrario la situación genera enojo y ese enojo se politiza. A pesar de que la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) señala que hubo campañas de difusión para enterar a los ciudadanos del cambio, el hecho ha generado comentarios de diferentes actores políticos, quienes no han dejado pasar la oportunidad de golpearla políticamente, al nivel de que el organismo ha recibido la petición de dar reversa al apagón analógico.
Con la información correspondiente, y un programa de apoyo para que los ciudadanos puedan comprar televisiones capaces de recibir señal digital, o en su defecto los decodificadores que permiten lo mismo, además de hacer de lado cierta propensión en algunos sectores de nuestro país por decir “No” a todo o casi todo lo que se ejecuta desde el gobierno o en este caso, un organismo, sería momento indicado para avanzar con el apagón.
¿Por qué? Transitar hacia un mundo de señales digitales permitirá contar con más opciones de contenidos; para entenderlo fácilmente, pensemos en una señal como el fluido que viaja a través de una tubería. Las señales analógicas son de mucho mayor densidad en comparación con las señales digitales, por lo que la cantidad de señales analógicas que pueden pasar a través de una tubería es mucho menor que la cantidad de señales digitales. Transitando a un mundo digital, se libera frecuencia del espectro radioeléctrico, permitiendo la entrada de más jugadores de contenido que no sólo beneficiarán al consumidor final con una mayor oferta, sino activarán toda una industria alrededor (fabricantes de TV, operadores de telecomunicaciones, proveedores de acceso a banda ancha, etc.), que generaría empleos y derrama económica.
Por otro lado, creo que hacerlo en Tijuana no es una mala idea. De entrada se trata de un mercado fuertemente vinculado a Estados Unidos, donde la transición digital nos lleva varios años de ventaja; tienen la posibilidad de acceder a señales digitales del “otro lado”, San Diego concretamente, se trata de una ciudad con presencia de plantas de manufactura de los principales fabricantes de televisiones y por último, es un buen mercado de prueba y definitivamente empezar en un territorio para conocer el impacto y después tomar una decisión más global, es inteligente.
Por esto, con todo y la posible desinformación y errores en la forma de ejecutar, creo que es importante ver las ventajas de paulatinamente avanzar hacia un era más digital y menos analógica, y expresar un desacuerdo con la postura de dar marcha atrás en el apagón de Tijuana.
Como diría el clásico de Yuri que tantas veces se vio en la televisión que hoy algunos tijuanenses no pueden disfrutar, “qué cosas suceden con el apagón”. Pero como diría también el nombre de una ya histórica, y muy buena banda de rock del mismo nombre, marcha atrás al apagón; en Tijuana, no.
Nota al pie
Mención aparte merece el análisis a la importancia que cobra perder acceso a la televisión abierta, sobre todo cuando buena parte de los contenidos son de muy baja calidad, por encima de la molestia que como bien ha mencionado en estos días algún periodista, causa el incremento en precios de bienes verdaderamente básicos como el huevo y la tortilla.
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