De aquel slogan inicial de que su gobierno sería el sexenio del empleo, no quedó prácticamente nada. La dura realidad que le impuso la crisis y su obsesión por empeñar su gobierno a los resultados de la guerra en contra del narcotráfico, superó por mucho a las cándidas promesas de campaña de generar miles de empleos formales para los mexicanos.

 

Pero el slogan final de su gobierno, de que éste había sido el sexenio de la infraestructura, tampoco es una realidad a pie juntillas a pesar de las fuertes inversiones públicas de los últimos años. Y no lo dicen quienes están criticando cómodamente de lejos estos resultados, sino más bien quienes estuvieron y están involucrados en el tema, los empresarios de la construcción.

 

En un extenso documento analítico sobre el sector que presentó ayer la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción dicen los constructores textualmente: “Al inicio de su mandato, el Presidente Felipe Calderón planteó como meta ubicar a México, entre los 30 mejores (países) evaluados de acuerdo con el Índice de Competitividad de la Infraestructura que elabora el Foro Económico Mundial. Sin embargo, a seis años de que el Programa Nacional (de) Infraestructura se puso en marcha, México perdió 4 posiciones con respecto al sitio número 64 que ocupaba en 2006, ubicándose en el lugar 68 al término del sexenio. Alejándose de la meta planteada al principio de éste”.

 

Por lo visto la evaluación que hacen los constructores del gobierno de Felipe Calderón es dura: México quedó muy lejos de lo prometido por el gobierno anterior en materia de competitividad en infraestructura.

 

Sin embargo, el optimismo los invade cuando se habla de perspectivas para el sexenio que inicia. Esperan inversiones totales, públicas y privadas, en infraestructura por 20.8 billones de pesos, con casi 14 millones de empleos generados, directos e indirectos; casi el doble de lo visto en los seis años anteriores. Y esos números -dicen- se duplicarían si se lleva a cabo la reforma energética.

 

Y para respaldar las cifras no ocultan la sonrisa al listar los grandes proyectos de infraestructura: Los nuevos ferrocarriles de pasajeros que enlazarán Toluca y Querétaro con la Ciudad de México, o el que correrá por la planicie yucateca para unir Cancún con Mérida; el nuevo aeropuerto internacional en la Ciudad de México que -según ellos- se decanta por Texcoco; la ampliación de los puertos más importantes del país, el nuevo proyecto hidroeléctrico de La Parota en Guerrero, la construcción de metro y trenes ligeros en Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México; así como un listado casi sin fin de construcción de acueductos, carreteras, hospitales, saneamiento de ríos, centros penitenciarios, rellenos sanitarios, entre muchas otras obras urbanas, que los constructores, grandes y pequeños, ya están esperando que el gobierno de la luz verde con el dinero del presupuesto en la mano.

 

¿Ahora sí, es el sexenio de la infraestructura?

 

Las cifras y las declaraciones que ayer dio Luis Zárate Rocha, el presidente de los constructores del país, sugieren que así será. Lo mismo parecen pensarlo los mercados que están privilegiando las acciones de empresas relacionadas con la construcción de infraestructura, y los proyectos empresariales que -en la sombra- se están gestando por decenas para levantar la mano, y la cartera supongo, tan pronto como se detonen los proyectos alrededor de Pemex.

 

Ahora sólo falta que los políticos se pongan de acuerdo.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

 

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