Ni la ansiada paz ni el final de la polémica. Si alguien esperaba que con el apoyo de la repetición televisiva terminarían las discusiones e inconformidades en el futbol, estaba equivocado.

 

No hacía falta implementar la tecnología para saber que, incluso con múltiples ángulos y acercamientos consultados, muchas jugadas dependen de la apreciación o directamente no generan consenso. Lo que nadie podía imaginar es que un penalti en evidente posición fuera de juego pudiese adjudicarse una vez que se revisara el monitor.

 

Tal cual y por absurdo que pueda escucharse: la primera decisión relevante concedida con apoyo de un televisor ha sido nada menos que en offside. Falta dentro del área, sin duda; penal que debiera sancionarse, no, porque todo acontece en fuera de lugar, por mucho que la FIFA se haya apurado a aclarar que el silbante húngaro Viktor Kassai estuvo correcto. ¿Con base en qué? Textual, en que “el fuera de juego nunca se había producido porque el futbolista no había estado nunca en disposición de disputarle el balón al rival”. Francamente, no tiene sentido y nos devuelve a lagunas originales: sí estaba habilitado para propiciar un penal, pero no para jugar el balón.

 

Así será recordado ese estreno tecnológico, en la semifinal del Mundial de Clubes entre el Kashima Antlers japonés y el Atlético Nacional colombiano; para colmo, esa acción marcó el rumbo del partido, porque de ahí provino la primera anotación de lo que sería una goleada y pondría por primera vez a un equipo asiático en la final mundialista. Así que terminamos como estábamos, pero peor.

 

Dicho todo lo anterior, bajo la convicción de que el auxilio televisivo era urgente en el futbol. Sin embargo, nada remediaremos con un reglamento tan laxo y dado a subjetividades.

 

Si Kassai acudió al monitor para analizar una falta que pudo no haber apreciado, ahí tenía que percatarse de que el fuera de juego tampoco lo había visto (o, acordes con la FIFA, que no se había penalizado por estar el jugador al margen de la pelota).

 

Tarde o temprano ese mecanismo funcionará y mejorará, pero hoy a la FIFA no le sale nada; ni en la peor de sus pesadillas se imaginó estrenar esa tecnología y con ella cometer un atropello. Repito: en el caso de que el árbitro haya actuado conforme a los lineamientos, estamos ante otro escándalo reglamentario.

 

Iluso quien pensó que la repetición televisiva haría que los perdedores admitieran la derrota con mueca de resignación. Con un debut como éste, inclusive se van más indignados: con ese refugio tan futbolero que es la paranoia o el delirio de persecución. No sólo mal pitados, sino que con fría reflexión e ilustración de un televisor de por medio.

 

Suele decirse que con un monitor, todos podemos ser árbitros. Visto lo del Mundial de Clubes, los árbitros habrán de aprender a serlo ahora con un monitor.

 

Twitter/albertolati

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