La liga de futbol español BBVA, después de la paupérrima liga mexicana, es la máxima simulación de la democracia deportiva en el siglo XXI. Si la historia contemporánea se ha cansado de denunciar un duopolio de renta de goles e ingresos a través de la televisión, lo que vendrá a corto plazo formará parte de la peor simulación del siglo.

 

Ayer, el Barcelona se engolosinó con siete dosis de azúcar balompédica al destrozar al Levante. Como premio, junto al Real Madrid, recibe 56% de los mil millones de euros de ingresos totales de la Liga. Las cifras de los derechos de transmisión entre ambos equipos cooptan 40% de los ingresos.

 

Gareth Bale se encuentra en pasarela. Camina hacia el frente y regresa. Modela como profesional del espectáculo. Los dueños de su contrato, el Tottenham Hotspurt, solicitan al equipo madrilista la cifra récord de 120 millones de euros. La oclocracia madrileña vive en la depresión al no conocer la respuesta de la siguiente pregunta: ¿Bale jugará para el equipo merengue? Otro escenario depresivo cruza por la mente de los madrilistas: ¿Por qué razón Cristiano Ronaldo no ha renovado su contrato? Hace un año, el jugador metrosexual que se va de juerga con Paris Hilton, declaró que su vida había cruzado por el callejón de la tristeza. La presión arterial de Mourinho fue alterada como en su momento se la alteró Guardiola. Un segmento de la oclocracia blanca se mostró partidaria de aprovechar la ocasión para no renovar el contrato de Ronaldo. Otros, a quienes la fe conduce hacia la esperanza, dijeron que no. Que lo mejor sería en incrementarle el sueldo al único jugador posible que le puede quitar el sueño a Messi, en cuanto al deseo de conquistar títulos personales. Al día de hoy, oficialmente, ni Bale ni Ronaldo han firmado para el Real Madrid.

 

Tiene razón Luis Garicano al escribir que los españoles indignados guardan silencio cuando de injusticia futbolera se trata (El difícil fin del "pan y fútbol", El País, 18 de agosto). Durante la última década del siglo pasado, cuando se desarrolló la llamada Guerra del Futbol o Guerra Digital (en la que el entonces presidente José María Aznar se vengó de Jesús Polanco, empresario amigo del PSOE, en especial, de Felipe González) a la sociedad española le provocó un disgusto que el gobierno y la empresa cuyo buque insignia es El País, se enfrentaran en una batalla judicial por lo más apreciado por ella, el futbol. Nada ni nadie debe de poner en riesgo el espectáculo global por antonomasia.

 

Bale ya recibió críticas por el presidente del Real Madrid por no entrar en los juegos de presión y persuasión frente a los dueños de su contrato. Se sabe que Bale desea jugar en el Santiago Bernabéu cada 15 días. El único problema es que Valor Presente Neto del jugador es muy diferente para los dos equipos involucrados.

 

Mientras ocurre el desenlace de la pasarela, el valor de la liga mexicana continúa devaluándose. La sociedad ha decidido no castigar, a través del rating, el esperpento ornamento, que lo mismo se ve en los estadios de Pumas, Chivas, y las mismísimas Águilas campeonas. El zoológico es dantesco. Así como el índice Mc nos ayuda a estimar los diversos poderes de compra de múltiples sociedades que pueden acudir a McDonald´s para comerse una hamburguesa y papas y tomarse un refresco, la liga española nos ayuda a demostrar las condiciones del mercado europeo.

 

Las quejas sobre el fortalecimiento del duopolio español se compensan con los elevados niveles de exportación de jugadores españoles, que lo mismo viajan a Reino Unido o a Israel; Azerbaiyán o Turquía; Italia o Israel.

 

Las externalidades positivas de la Marca País, a través de la selección ganadora del Mundial y Eurocopa, generó presión en los precios internos. Se revaluó el mercado. Los clubes comenzaron a sacar dinero de las piedras (bancos) sin darse cuenta de que la crisis inmobiliaria también los contagiaría. Ahora, equipos como el Getafe tienen que recurrir a jugadores chatarra, como lo es Nery Castillo.

 

Al parecer, empresas como Coca Cola ya tienen rentado parte de nuestro cerebro. El futbol embona muy bien para generar vida a productos como, por ejemplo, Coca Cola.

 

De ahí la sorpresa de los irracionales incentivos que genera el América del Piojo Herrera.

 

Así está el mundo. Pero si le preguntamos a Rajoy, seguro que estará de acuerdo con la agenda que le obsequia el Real Madrid: sí o no a Bale.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *