La vida en general esta formada por ciclos de todo tipo, como los ciclos lunares, el ciclo de la condensación del agua, los ciclos del desarrollo y crecimiento humano, el ciclo de la vida en general y un largo etcétera . Los ciclos son procesos de transformación que tienen un comienzo y un final, donde siempre surge un cambio que es parte del proceso mismo, pues detrás de un ciclo viene otro y así sucesivamente.

 

Sin embargo muchas veces no somos conscientes de esta transformación y vamos por la vida sólo pasando, sin darnos cuenta de todo lo que sucede en nuestro interior y a nuestro alrededor, actuamos de forma automática sin valorar todo lo que hemos vivido y aprendido a lo largo de nuestra experiencia de vida.

 

En muchas ocasiones, los ciclos muestran su agotamiento y no tenemos la capacidad de verlo, no nos damos cuenta que el ciclo de una etapa de nuestra vida ya terminó y nos aferramos a él obstaculizando el proceso natural, por ejemplo, cuando queremos ser los “eternamente jóvenes” actuando sin madurez y sin conciencia de que ya tenemos otra edad, una edad que si estuviéramos claros y conscientes estaríamos más bien agradeciendo todo lo que el tiempo nos ha enseñado, aceptando que perdemos algunas de nuestras capacidades físicas, pero desarrollamos otras habilidades que nos hacen valiosos como personas. Aceptar esto nos permitiría enseñar a los que vienen detrás de nosotros todo aquello que la madurez nos ha dado, los jóvenes nos valorarían más si nosotros nos valoramos más en esa nueva etapa de la vida.

 

¿Cuántas veces, por ejemplo, nos cuesta aceptar que una relación ya terminó, que ya cumplió su ciclo y que ya nos dio lo que nos tenía que dar?, pero por miedo o apego no soltamos y lo único que sucede es que nos mantenemos en relaciones que nos lastiman, o que no nos permiten desarrollarnos y realizarnos como personas.

 

Cerrar ciclos no es un tema fácil de manejar cuando estamos atorados en alguno, aunque por naturaleza el proceso debería de darse libremente y sin tanto tropiezo. Lo que sucede es que somos nosotros quienes ponemos los obstáculos porque no fluimos con el proceso mismo de la vida y creemos que controlamos todo, entonces nos oponemos y no permitimos el libre flujo de la energía, porque todo se manifiesta en energía, ponemos una barrera aunque ésta, de alguna forma, encontrará salida en algún momento, querámoslo o no, una salida que puede ser mucho mas violenta que si la dejáramos fluir sin oponernos.

 

Si en algún momento de la vida sentimos que no estamos cerrando algún ciclo adecuadamente y esto no nos deja vivir en paz, podemos buscar el apoyo de un proceso terapéutico que nos ayude a ver de qué manera es que estamos obstaculizando que la vida fluya de forma natural por nuestros miedos, apegos o ideas limitantes. Al cerrar ciclos es más fácil ver otras alternativas nuevas para nosotros que nos pueden llenar más como personas y que nos permitan encontrarle un mejor sentido a nuestra vida.

 

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