Martha Hilda González Calderón.

William Ury, antropólogo estadounidense y autor de: “Obtenga el Sí consigo mismo” cuenta la historia de tres herederos en Medio Oriente que habían recibido de su rico padre, diecisiete camellos. El testamento señalaba que la mitad de los mismos eran para el hijo mayor, un tercio para el segundo y un noveno para el heredero más joven. Los tres hermanos no atinaban a encontrar la solución exacta que había ordenado su padre, porque diecisiete no es divisible ni entre dos, ni tres, menos nueve.

Después de muchas discusiones y disgustos. Buscaron el consejo de una anciana sabia que los escuchó y con una sonrisa les ofreció como regalo, el único camello que poseía. Maravillados los tres herederos se dieron cuenta que con dieciocho camellos si podían hacer las respectivas divisiones. Así, el mayor recibía nueve camellos, el segundo seis y el tercero, dos. Pero grande fue su sorpresa cuando al hacer la suma total, ésta fue de diecisiete, sobrándoles uno. Precisamente aquel que les había regalado la anciana. Agradecidos, regresaron el camello a su dueña y se marcharon sabiendo que habían recibido una gran lección.

El gran reto de la conciliación, es el facilitar la solución del problema y hacer que los actores involucrados sean los que encuentren la respuesta a sus controversias; es tener la capacidad de encontrar una tercera alternativa, más allá de las posturas de las partes en conflicto, en donde todos se sientan ganadores.

Nos encontramos ante una coyuntura en donde pareciera que los radicalismos y los conflictos están a punto de estallar no tendrían forma de resolverse, con las reformas a la Ley Federal del Trabajo del año 2019, la conciliación laboral se fortalece y se establece como una instancia obligatoria, antes de acudir a los tribunales laborales.

Herederos de una larga tradición, los conciliadores certificados –más mujeres que hombres- se aprestan a aplicar la metodología aprendida para que nadie sienta que no fue escuchado, sino que es parte de la solución.

Como muchos otros servidores públicos, me preparo para certificarme también como conciliadora laboral, aprendiendo la metodología del estándar de competencia: Conciliación para la solución de conflictos en materia laboral.

He tenido la fortuna de que mis capacitadores sean Juan Manuel y Rafael Lobo Niembro, así como Jorge Cervantes, conciliadores de larga trayectoria y amplio reconocimiento. Ellos participaron, junto con personal de CONOCER y de la Secretaría del Trabajo, en la construcción del estándar de competencia.

Los usuarios que acuden al Centro Estatal de Conciliación Laboral del Estado de México, tienen la garantía de que quienes los atienden cuentan con la capacitación necesaria para llevarlos a “verse desde el balcón” –como recomienda Ury- para mirar desde una amplia perspectiva para analizar sus opciones.

Aspirar a conciliar requiere de un arduo entrenamiento personal, una vocación para tratar de escuchar con empatía y comprender la situacion permitiendo que, mediante una conducción adecuada, las partes encuentren alternativas de solución a su conflicto.

William Ury se pregunta: ¿Cómo podemos esperar o tener un sí con los demás, sobre todo en situaciones comprometidas, si no hemos alcanzado el sí con nosotros mismos? Para contestar esta pregunta, establece una serie de seis pasos que permiten pasar de ser contrincantes de nosotros mismos, a tener la capacidad de volvernos nuestros mejores aliados.

El primer paso es el clásico conocerse a sí mismo. Goethe alguna vez sarcásticamente se preguntó: “¿Conocerse a sí mismo? Si me conociera a mí mismo, saldría corriendo”. Esta autodesconfianza provoca que nosotros mismos nos saboteemos y perdamos la brújula de nuestros propios intereses.

Escucharse con empatía, dejando los ruidos externos a un lado y permitiendo escuchar la pequeña voz interior que tenemos y que se ha visto acallada por los ruidos del mundo.

Ya lo señalaba Roosevelt cuando decía que “si pudieras golpear en el trasero al mayor responsable de tus problemas, no te sentarías en un mes.”

Es el autoconocimiento el que permite que no perdamos de vista nuestros verdaderos intereses y que estemos atentos para controlar nuestras reacciones.

El segundo paso es construir la mejor alternativa de un acuerdo negociado con uno mismo. Es decir, ser nuestro mejor aliado para que en lugar de culpabilizar de nuestros errores a otros, nos responsabilicemos de nuestros propios actos. Esto evita caer en la autocompasión de nuestras propias frustraciones y permite que vivamos una vida más plena y por supuesto, más exitosa.

Ury pone el ejemplo de la empresa farmacéutica Johnson and Johnson ante la crisis que enfrentó en 1982, cuando uno de sus productos más representativos Tylenol, causó la muerte de seis adultos y un niño, al ingerir este medicamento que había sido contaminado, de manera criminal, con cianuro. A pesar de que las muertes se registraron solo en Chicago, la empresa desestimó las voces que le sugerían no asumir la responsabilidad de las muertes, y ordenó el retiro del producto no solo de los establecimientos comerciales, sino hasta de los hogares de toda la Unión Americana. Esta operación le costó a la empresa más de cien millones de dólares.

Después de varios meses, la empresa relanzó el producto, ahora en un frasco a prueba de manipulaciones, consiguiendo una recuperación asombrosa, confirmando el prestigio y la credibilidad de la empresa.

La tercera etapa es replantearse la imagen de la vida. Es el aprendizaje permanente que permite entender que la vida siempre está de nuestra parte y que el cultivo de la gratitud por las lecciones –buenas y malas- que nos da cotidianamente, es el principio de la felicidad.

La cuarta etapa es vivir el momento presente. Pareciera un lugar común pero al entender que focalizarse en el hoy, perdonando el pasado y no angustiándose con el futuro, nos permite aprovechar las distintas oportunidades que la vida nos ofrece.

La quinta etapa es respetar a los demás bajo cualquier circunstancia. Ury junto con otros académicos, trazaron el “Camino de Abraham” que es la ruta que siguió el profeta desde el lugar de su nacimiento hasta el lugar donde fue enterrado. Es un camino de inclusión, de entendimiento, que atraviesa cinco países heridos por permanentes conflictos. La bandera que se ha esgrimido para que este recorrido turístico florezca es que de la “hostilidad se pase a la hospitalidad” y del “terrorismo al turismo”. Hoy es considerada la mejor ruta de nueva creación por el National Geographic Traveller.

La sexta y última etapa es dar y recibir de manera que todos salgan ganando. Este cambio de actitud permite que descubramos la maravilla de dar sin esperar nada a cambio y hacer sentir que los destinatarios de nuestra entrega, se sientan tan en paz que nos hagan en consecuencia también a nosotros brillar. Es quitarse las ropas del individualismo y la mezquindad para descubrir el placer de fluir con el universo junto con nuestros compañeros y compañeras de ruta.

El libro sugiere que en nuestra mano esta dar los tres sí más importantes de nuestra existencia: a nosotros mismos, a la vida y a los demás. Abrirnos en plenitud para que tengamos la capacidad de pacificar los conflictos que encontremos en nuestro camino, abriendo la mente a nuevas opciones, con la humildad de quien lo hace por primera vez y con la generosidad de quien sabe que camina por el camino correcto. Conciliar es apostarle a la paz y finalmente es en entender que “la partida más importante es la de nuestra propia vida”. La oportunidad única que tenemos de cambiar nuestra actitud y sembrar a favor de los otros.

                                                                                                              @Martha_Hilda