Martha Hilda González Calderón

Pocas instituciones me han impresionado tanto como el Instituto de Capacitación y Adiestramiento para el Trabajo Industrial (ICATI) y sus distintas Escuelas de Artes y Oficios, por la mística y entrega de sus directivos e instructores para transmitir sus conocimientos a sus capacitandos. Además de que constituye una de las redes formación y capacitación más grandes del país con sus 46 escuelas distribuidas en los centros urbanos más importantes del Estado de México, que atiende a más de 200 mil personas anualmente.

El pasado 18 de septiembre, a propósito de cumplirse 131 años de la fundación de la primera Escuela de Artes y Oficios en Toluca (EDAYO) y el 40 aniversario del Instituto de Capacitación y Adiestramiento para el Trabajo Industrial (ICATI), me pareció importante resaltar no solamente la grandeza y las vicisitudes de su pasado, sino la prospectiva de su porvenir.

Tuve a mi alcance los interesantes textos de la historiadora Margarita García Luna, “La Fundación de las Escuelas de Artes y Oficios de Toluca” y “Más de 100 Años de Capacitación en el Estado de México”, libro importante en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario. Ambas obras dan luz a una historia no exenta de altibajos, que tuvo que navegar en las turbulentas y beligerantes aguas de los siglos XIX, XX y lo correspondiente a este sorprendente siglo XXI, con las crisis y epidemias que enfrentamos.

Fue Don Lucas Alamán, desde 1843, quien desde el gobierno porfirista empujó la idea de establecer escuelas de capacitación para los grupos más necesitados de la sociedad. En el Estado de México, se integró como parte de los cambios que el gobernador Mariano Riva Palacio visualizó pero fue hasta el periodo del general José Vicente Villada que se concretó como parte de su obra de gobierno.

Por esta razón, no es de sorprender que el 11 de septiembre de 1889, la Legislatura del Estado de México aprobara que el entonces Hospicio de Pobres se convirtiera en la primera Escuela de Artes y Oficios. La crónica de la época señala que fue el propio Presidente de la Republica, Porfirio Díaz, quien inauguró sus instalaciones.

Uno de los talleres que más sobresalía, en su primera época, era el taller de imprenta. Ahí fueron publicados los textos de Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Juan A. Mateos, José Martí, Ignacio M. Altamirano y muchos años después, del poeta Horacio Zúñiga quien fue también maestro de esta noble institución.

Después de la época revolucionaria y a partir de su reapertura, este taller se consolida, llegando a imprimirse el periódico local “El Demócrata”, la Gaceta del Gobierno y toda la papelería oficial, además de que se construían los mesa-bancos y ventanas que se enviaban a las distintas escuelas del Estado de México.

Uno de los momentos que seguramente marcó el destino de esta noble institución fue la participación de los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios en la huelga de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FENET) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que se sumó a las protestas locales del alumnado por el intento gubernamental de cambiar el nombre de la institución. Desafortunadamente el gobernador Salvador Sánchez Colín decidió cerrar la escuela, aunque algunos talleres fueron reubicados y siguieron trabajando.

En 1975, se fundó el Instituto de Capacitación y Adiestramiento para el Trabajo Industrial (ICATI), institución que, hasta nuestros días, orienta y fortalece la red de escuelas de artes y oficios en el Estado de México. Desde sus inicios, este órgano directivo implementó un importante programa de becas para impulsar la capacitación de trabajadores desde sus centros de trabajo.

En 1983, se adecuaron seis unidades móviles –de origen israelita– desmontables, que brindaban capacitación a distancia, en cinco especialidades. Un dato curioso sobre estas unidades es que las mismas estaban diseñadas para la circunstancia orográfica y tecnológica de aquel país, además de que eran muy grandes y dificultaban su traslado a lugares alejados y con caminos estrechos; ante esta situación, el entonces Secretario del Trabajo, José Merino Mañón, instruyó al ICATI diseñar unidades móviles más pequeñas y manejables, que complementaran la labor de las unidades israelitas, utilizando para ello tecnología mexicana cien por ciento. ICATI cumplió con éxito la encomienda y fueron diseñadas unidades móviles pequeñas con tecnología propia, tipo remolque, que llevaron en su momento la capacitación a rincones alejados de la entidad.

Es en el municipio de Zinacantepec donde se establecen las oficinas centrales del ICATI y la primera escuela más grande de artes y oficios. Pocos meses después, se edificó otro centro de formación en el municipio de Jilotepec. Posteriormente, se construyó la escuela de capacitación en Tlalnepantla, durante la administración del gobernador Alfredo Del Mazo González, la cual se ubica cerca de los terrenos de San Juan Ixhuatepec.

En este siglo XXI, la dirección del ICATI se dio a la tarea de analizar el perfil de los capacitandos. Los resultados permitieron tener una idea más clara, sobre la población a la que sirve, mostrando que más del 60 por ciento de quienes asisten a los distintos cursos, son mujeres. Un número importante, son jóvenes que desean adquirir conocimientos para acceder a un empleo bien remunerado. También fue interesante conocer que muchos de los educandos tienen estudios superiores

Por sus aulas han pasado hombres y mujeres que desde el papel de instructores o estudiantes han dejado huella. Instructores como el ingeniero Horst Heise Prietz, de origen alemán, quien impulsó el taller de máquinas y herramientas. Las instructoras en corte y confección Esperanza Chacón Castellanos, ya fallecida, pionera de los talleres de costura y Edith Segura García, del EDAYO de Tenancingo, entre muchos otros.

También por sus aulas pasaron estudiantes que no solo se distinguieron por su aprovechamiento, sino por la gratitud que siempre manifestaron por la institución que, en algún momento, les había ayudado. Nombres como los del ingeniero Sixto Franco Santos, el licenciado Luis Miranda Cardoso y el actual presidente de la Asociación de Ex Edayenses y Cronista de la Institución, licenciado Atanasio Serrano.

Los ajustes que se han debido introducir ante la epidemia del COVID-19, han obligado a las autoridades del ICATI, a potencializar la capacitación en línea, así como a resguardar a instructores y alumnos, para que, en la medida de lo posible, puedan evitar los contagios.

A pesar de que el tipo de cursos y la manera de impartirlos está cambiando, su director, Jaime Rebollo, reconoce la razón primigenia que le dio origen a la Institución: fortalecer las habilidades laborales de las y los trabajadores mexiquenses. Además de seguir impulsando el auto empleo, para que más trabajadores se independicen a través de la capacitación para el trabajo. Esto sin dejar de fortalecer la vinculación con los sectores productivos de cada región, buscando en paralelo que la capacitación sea acorde a sus necesidades.

Los retos que se advierten en el corto plazo son la consolidación de la capacitación a través de plataformas digitales en combinación con aquella presencial. La complementación de la formación empresarial a través de tiendas-escuela. Potencializar sus enlaces internacionales y estar permanentemente, actualizando sus programas de estudio, de acuerdo con los vertiginosos tiempos que vivimos.

Al cumplir 131 años, sería importante resaltar el número de vidas que las Escuelas de Artes y Oficios han transformado, al potencializarlas, dándoles las herramientas para construir futuros más prósperos; y que, en su conjunto, multiplican las razones para constatar el talento de la mano de obra mexicana, reconocida a nivel internacional. Agradecimiento a quienes han hecho posible, por muchas generaciones, esta realidad.

                                                                                                                                                 @Martha_Hilda