Alonso Tamez

Los datos sobre el apoyo a la democracia y a sus condiciones intrínsecas (elecciones libres, libertad de expresión, estado de derecho, etc.), recopilados en todo el mundo a través de encuestas a gran escala como World Values Survey, Latinobarómetro y Eurobarometer, son valiosos para detectar tendencias en el ánimo general y las expectativas populares para con el sistema. Sin embargo, como sostiene Inglehart (2003, p. 51-52), el apoyo de una población mostrado en este tipo de encuestas no es necesariamente una señal precisa de la existencia de una verdadera cultura democrática o de un terreno fértil para el establecimiento de instituciones democráticas, pero sí es una condición necesaria para el surgimiento de estas.

 

¿Qué hay detrás del apoyo a la democracia? Inglehart (2003, p. 51-55) argumenta que la evidencia empírica ha demostrado que mientras exista un desarrollo económico relativamente constante, una persona que apoya una conducta particular asociada a la democracia como la tolerancia hacia la diversidad; una confianza relativamente sólida en la sociedad; la noción del activismo político para modificar el status quo; o ciertos valores postmaterialistas (“darle más peso a la voz de la gente en las decisiones del gobierno” o “proteger la libertad de expresión” [Inglehart, 1977]), tenderá a apoyar otras conductas y mecanismos democráticos.

 

En consecuencia, ¿qué condiciones socioeconómicas y culturales tienden a permitir un apoyo popular consistente a la democracia y, por ende, son una condición sine qua non para el establecimiento efectivo de sus instituciones? Como sugiere el análisis de Barro (1999) de determinantes en más de 100 países, las posibilidades de establecer una democracia funcional aumentan con los crecimientos en el PIB per cápita; en la asistencia a la primaria; y en la porción del ingreso nacional en manos de la clase media. Asimismo, una reducción de la brecha entre la conclusión de la primaria entre hombres y mujeres promueve este mismo fin.

 

Aún así, debe reconocerse que algunas de estas condiciones pueden, y se han materializado, en sociedades no democráticas en las últimas décadas. Por ejemplo, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos para el PIB per cápita (CIA, 2019); Cuba para la asistencia a, y finalización de, la escuela primaria (Quintero, 2011, p. 60-61) y Singapur para la porción de la clase media en el ingreso nacional (Visa, 2017, p. 15; Departamento de Estadística de Singapur, 2018, p. 24). No obstante, en un sentido similar al de Barro, Wietzke (2019) ha documentado cómo la disminución de la pobreza puede tener un mayor impacto como condición para la democracia y la consolidación democrática, que los determinantes más tradicionales estudiados en la literatura académica, como el ingreso medio y la desigualdad comparativa.

 

Siguiendo las conclusiones de Wietzke, el contexto para la consolidación democrática de México se revela, aún, como un problema a resolver. Para 2016, la proporción del total de habitantes por debajo del umbral nacional de pobreza fue de 53.4 millones, o 43.6 % (CONEVAL, 2019). Para ese mismo año, la porción en pobreza extrema fue de 9.4 millones, o 7.6 % (CONEVAL, 2019). Además, en 2018, el PIB per cápita de México fue de 9,698 dólares, mientras que el promedio de la OCDE fue de 40,351 dólares (Banco Mundial, 2019).

 

Este entorno socioeconómico particular, y algunas de las concepciones políticas entre los mexicanos (por ejemplo, el 42% ve un gobierno militar como una idea “totalmente buena” [Pew Research, 2017]), explican parte de las debilidades inherentes de la joven democracia mexicana, así como la complejidad para una mayor consolidación de las instituciones democráticas presentes y futuras que puedan, a largo plazo, solidificar el apoyo social al sistema.

 

En síntesis, el apoyo a la democracia en México es uno de los indicadores más visibles de todo un contexto socioeconómico y cultural que afecta directamente las perspectivas de nuestra sociedad para el fortalecimiento democrático a largo plazo. Por ello, su monitoreo, análisis comparativo y difusión académica para fines empíricos, son de la mayor importancia. En pocas palabras, no nos podemos confiar.

 

DAMG

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *