Al parecer, el tamaño del balón sí importa. Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competencia (una de las carteras torales de la institución que le aporta gobernanza a la UE) tiene pruebas de que el tamaño de los balones con los que juegan Barcelona, Real Madrid, Athletic, Osasuna, Valencia, Elche y Hércules es más pequeño, por lo que es mucho más fácil meterlos en las porterías contrarias. A cambio, equipos como el Getafe y el Español juegan con balones cuyos radios superan los 2.44 metros de altura que tienen las porterías. Es decir, meten goles sólo cuando los balones están ponchados. Metáfora de risa pero muy asimilada a la realidad.

 

La investigación está en curso. Almunia avisó al Ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, de tres posibles irregularidades.

 

La primera de ellas involucra a Barcelona, Real Madrid, Athletic y Osasuna: no han realizado modificaciones a sus personalidades de Sociedades Anónimas Deportivas desde 1990. ¿Acaso no son lucrativas? En plena era de los Galácticos y del superhéroe Guardiola, Real Madrid y Barcelona articulan estrategias de tributación con condiciones favorables.

 

El segundo elemento irregular vincula a tres equipos valencianos: Hércules, Elche y Valencia. El entonces presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, avaló préstamos a los mencionados clubes en una cantidad estimada de 118 millones de euros (dos mil 124 millones de pesos), mismos que no fueron pagados a la Comunidad. No olvidemos que Camps dejó la presidencia por estar implicado en el caso (de corrupción) Gürtel.

 

Hincha del Athletic de Bilbao, Almunia presentó un tercer elemento de la investigación que está en curso: permutas asimétricas de terrenos en beneficio del Real Madrid y del Athletic.

 

Los europeístas tienen razón cuando presumen el metagobierno de la Unión Europea como una fuerza reguladora toral en nuestros tiempos. La competencia no puede darse cuando un dueño tiene intereses en varios equipos ni tampoco los beneficios fiscales pueden ser discrecionales.

 

El futbol es una especie de termómetro político. En 1996, en el reconocido episodio español de “La Guerra del Futbol”, el entonces gobierno de José María Aznar trató de desactivar la estrategia comercial de la empresa Sogecable, perteneciente al empresario Jesús de Polanco, a través de leyes regulatorias en la transmisión de partidos de futbol en plataformas digitales. No pudo, la Comisión Europea dio la razón a Polanco y su boutique televisiva de cobro, Canal Satélite Digital, comenzó a transmitir futbol. De esa manera, con los ingresos por transmisión, los clubes comenzaron a reforzarse con las mejores estrellas del momento. No en balde al futbol español se le comenzó a llamar “Liga de las Estrellas”. Poco menos de 20 años después, los clubes no han logrado saciarse con los ingresos de la televisión; ahora buscan recibir beneficios de la política por tratarse, dicen muchos, de un tema de seguridad nacional. Eufemismo de divertimento y de distracción en nuestro siglo del espectáculo inmediático.

 

Por si fuera poco, la lluvia de irregularidades cae sobre la Liga de las Estrellas. Bankia, entidad financiera nacionalizada participó en la financiación del fichaje del astro galés Gareth Bale. Noventa millones de euros fue su precio de etiqueta (mil 620 millones de pesos). Ni pidiendo a Walmart que venda las camisetas del Madrid al dos por uno, el equipo podía desembolsar a corto plazo semejante cantidad de dinero. Recordemos que Bankia se declaró en quiebra y el gobierno atrajo su deuda. Es decir, durante la época estelar de los Indignados, Bale cobró su ficha con dinero público.

 

Y de Messi, además de ser un espectáculo en la cancha, su atmósfera es turbia. Investigaciones de la policía siguen la pista de una red de narcotraficantes colombianos que lavan dinero a través de eventos deportivos y musicales. Recordemos que los precios fuera de mercado son asequibles para bandas de narcotraficantes. Messi asegura que fue su fundación la que se encargó de recibir el dinero negro, y no él. En efecto, sería muy difícil que el astro argentino se encargara de investigar a las empresas que contratan sus servicios. Lo que no puede sortear Messi es que su nombre es gestionado por una empresa, y ella sí debería de poner atención en los clientes.

 

En fin, en la antigüedad, el futbol y su entorno eran tratados como entes divinos. El régimen oclocrático así lo decidió. “Con el futbol no te metas”. Ahora, nos damos cuenta que en la ciudad de los dioses, las canchas de futbol tienen distintas dimensiones.

 

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