A partir de hoy, los diputados tendrán dos semanas exactas para aprobar el presupuesto de egresos para el próximo año.

 

Por lo complejo de la situación actual, en la que el país ha tenido que enfrentar dos sismos de gran magnitud, por lo menos dos huracanes igualmente lesivos y la cercanía del mayor proceso electoral en la historia, la negociación debe ser vigilada con lupa.

 

De entrada, ha pasado casi mes y medio del sismo del 19 de septiembre pasado y ningún partido, salvo el PRI, ha retomado la propuesta de eliminar el financiamiento público a los partidos políticos.

 

Todos, incluido Morena, aceptaron la iniciativa presentada por el PRI como “justa y necesaria’’, luego de “haber escuchado a la sociedad’’.

 

Pero ninguno ha querido siquiera presionar para dictaminar la iniciativa.

 

Otro tema que habrá que vigilar será la desaparición del fondo de “los moches’’, o de desarrollo municipal, como pomposamente le decían quienes lo crearon y se beneficiaron de esos recursos.

 

El fondo se constituía con 10 mil millones de pesos y a cada uno de los 500 diputados le correspondía una bolsa de 20 millones de pesos que podían destinar a obras previamente comprometidas.

 

El asunto era que los recursos llegaban a medias, ya que algunos legisladores se quedaban con una “comisión’’, cuyo porcentaje variaba, que debían pagar los presidentes municipales presuntamente beneficiados por la intermediación del legislador.

 

Lo más fácil sería que a la hora de la discusión del presupuesto, las bolsas destinadas al financiamiento de los partidos políticos en 2018, al igual que el fondo de los moches apareciera en ceros.

 

Pero no será tan sencillo.

 

Ya los panistas han dicho que no están dispuestos a que desaparezca el fondo de los 10 mil millones de pesos, y menos en periodo electoral, en el que hay que rendir frutos de la administración.

 

Tampoco están dispuestos a que desaparezca totalmente el financiamiento público a los partidos políticos.

 

Si acaso, en este tema, la idea es que haya una reducción en el monto, pero como hasta ahora no se conoce un porcentaje, todo queda en una mera intención.

 

Por todo esto, al presupuesto y a sus negociadores hay que ponerles mucho ojo.

 

 

 

Si creía que el fondo de 43 mil millones de pesos que los diputados y los senadores aprobaron en la Ley de Ingresos para el próximo año serían destinados completitos a la reconstrucción de viviendas, fíjese que no.

 

Una parte del fondo será destinada al pago de la deuda y cubrir participaciones federales a los estados, lo que reduce los recursos a 30 mil millones de pesos.

 

De esos recursos, el presidente de Agricultura, Germán Escobar, reclama ocho mil millones de pesos, ya que en el proyecto de presupuesto para el campo, enviado por Hacienda, contempla con un recorte de seis mil 500 millones de pesos respecto a este año.

 

En tanto, el presidente de la Comisión de Infraestructura, Baltazar Hinojosa, requirió seis mil millones de pesos adicionales para un fondo de infraestructura para caminos rurales.

 

Y aunque Hinojosa lo niegue, como que dicho fondo se parece muchooo al de los moches, cuya desaparición propuso el coordinador de los diputados del PRI, César Camacho Quiroz.

 

Como ve, no habrá bolsa que alcance para repartir entre tanto necesitado.

 

 

 

El presidente del PAN, Ricardo Anaya, pidió al INE descontar –o no entregar- 30 de los 126 millones de pesos que le corresponden por la ministración del mes de noviembre.

 

Anaya dijo que espera que al final del primer trimestre del año próximo, su partido haya podido entregar 200 millones de sus ministraciones a un fondo de reconstrucción.

 

 

 

caem