SAN JOSÉ. “Pura vida” es, o era, la expresión más auténtica de los costarricenses; emoción descontrolada a favor del placer. Lo que la imagen de Costa Rica ya no dice es el placer de un cuasi paraíso celestial donde no existe el ejército y la democracia es incuestionable. Las fronteras ticas son tan eficientes que de inmediato salta la metáfora de que “aquí no hay dictadores”. Así que el ejército no es necesario. ¿Narcotráfico? Imposible. Existen los truanes que vienen de otros países a comprar equipos de futbol, supongamos que hablo de Jorge Vergara; insostenible personaje que compró al Saprissa para vender a sus jugadores a Europa, llevarse el dinero, a la capital de las tortas ahogadas y, finalmente, vender al equipo.
La nota aprobatoria es el ecoturismo (oxímoron que Greenpeace se ha tardado en descifrar), un remanso para los glotones del asfalto. Para muestra, Tabacón, junto al volcán Arenal: un spa con forma de placer subversivo. Pues bien, habrá que ir desmontando al paradigma.
La llamada trocha fronteriza es un largo camino fronterizo que intentó ser reforzado en 2010 por el gobierno costarricense para impedir la filtración de nicaragüenses. Un caso de corrupción del gobierno de la presidenta Laura Chinchilla tiene suspendido el proyecto. Su ministro de Obra Pública, Francisco Jiménez fue separado de su cargo en marzo del año pasado.
Sobre el tema de las redes de la mafia asentadas con ánimo en Costa Rica, dos casos recientes pueden ser pruebas significativas: ayer se dio a conocer que un cártel utilizó tesis universitarias para transportar cocaína hacia Estados Unidos y Europa. Un producto más del trasiego transmoderno donde en la imaginación se esconde la estrategia. El ministro de Seguridad, Mario Zamora, describió el ingenio de impregnar la cocaína en las hojas de las tesis. Entre las variaciones de presentación de la cocaína, los narcotraficantes también enviaban droga a través de personas que ingerían óvulos: la carne, los músculos y las venas como paredes de concreto. Así que, el martes pasado, cuando la presidenta Chinchilla dijo alegremente que con México, el tema de la seguridad no sería toral o definidor de la relación, creo que mintió. La seguridad sí será un tema fundamental en la relación entre ambos países.
El otro caso que ensombrece a los poderes políticos ticos es el de Carlos Pascall. Un empresario que fue acusado y detenido con sentencia de 12 años, por lavado de dinero. Dueño de una decena de negocios, entre los que sobresalen el equipo de futbol Limón, el restaurante Reina’s, el supermercado Rigo’s, la discoteca Junito´s y el antro Tortuga Relax, durante muchos años se encargó de introducir dinero a Costa Rica que su hermano le enviaba desde Nueva York producto de la venta de cigarros de manera ilícita. La presidente Chinchilla se paró el cuello el día en que lo detuvieron. Ocurrió en marzo del año pasado. El martes, mientras que los mandatarios Peña Nieto y Chinchilla se encontraban charlando en el Museo de Arte Costarricense, los periodistas locales no lograban parar su asombro por la noticia que corrió súbita por todo el país: la corte decidió liberar a Pascall, ordenando al poder ejecutivo el regreso de todos los bienes incautados.
La popularidad de la presidenta Chinchilla desciende con el paso de los segundos. La corrupción, la inseguridad y la economía se concatenan con el débil liderazgo de la mandataria. Ya no es común escuchar entre los ticos aquello de pura vida. La mafia también se ha globalizado. Por ello, sí es necesario que Mesoamérica se unifique. Antiguo sueño, que el destino cultural impide.
A lo lejos, se observa la unión de 27 países europeos, que con todos sus problemas, ya hicieron historia.