El poder se mueve en privado.

 

Lejos del PRI o, mejor dicho, del control de sus devaluados Comité Ejecutivo y su Consejo Político Nacional.

 

Vayamos a los apuntes de reportero.

 

Nueve de la mañana:

 

Enrique de la Madrid Cordero llega al restaurante Sanborns de Insurgentes, frente al edificio central del PRI, y se sienta solo en espera de algún colaborador para atender asuntos de cartera.

 

Se retira del desayunadero como si nada, a las 10:30 y solo, con una discreta vigilancia a distancia de titular de Turismo, a pie rodea el edificio del PRI y entra al salón donde lo esperaban secretarios de Estado y gobernadores.

 

Nadie repara en muchas cosas:

 

De la Madrid Cordero es citado y se reúne en privado, al menos una vez a la semana, con el presidente Enrique Peña y, no crea usted, para tratar solamente asuntos de turismo.

 

Vaya la información: el hijo del ex Presidente ve proyectos de inversión a gran nivel y habla con empresarios extranjeros para traer recursos no nada más de turismo, sino para muchas otras áreas.

 

En su humilde proceder su pasado lo avala:

 

Cuando joven hijo de Miguel de la Madrid, Enrique ingresó a la Facultad de Derecho de la UNAM y cursó la carrera con calificaciones brillantes.

 

Sin distinciones ni concesiones.

 

Y mire usted este dato: cuatro miembros del Estado Mayor se inscribieron en la carrera, cursaron y se graduaron con él como licenciados en derecho.

 

Severo reclamo de Enrique a Carolina

 

Terminado el acto, cuya nota política es la incorporación del gabinete al CPN, Enrique Peña optó por saludar a los militantes asistentes.

 

El Estado Mayor había determinado una ruta y el Presidente la desestimó.

 

Resultado: salió por una puerta no predeterminada, donde los esperaba Enrique Ochoa, y en el trayecto lo atendió la secretaria Carolina Monroy, con quien platicó largo y amigable.

 

Eso sí, Ochoa Reza estuvo para despedirlo.

 

Ah, pero luego vino lo mejor: un severo reproche de Ochoa Reza a Monroy, cuyo distanciamiento no necesita documentarse.

 

Otras escenas:

 

a)  Llegó Manlio Fabio Beltrones y el equipo de seguridad le hizo valla. El sonorense saludó a todos los integrantes y quedaron tan cuates como siempre.

b)  Arribó Enrique Ochoa Reza y simplemente lo vieron pasar.

c)   Se presentó Roberto Madrazo y no lo dejaban pasar hasta la aparición de un emisario: “Es ex presidente del PRI”.

 

Bello, en nombre de Barrales y Mancera

 

Está lejos la Constitución para la Ciudad de México, y ya están los problemas en la izquierda.

 

Un adelanto: Hugo Bello Valenzo ya se siente dueño de la candidatura para el municipio (¿?) de Iztapalapa por ser dirigente del sindicato Libertad de Trabajadores de México.

 

Presume a los cuatro vientos el apoyo de la dirigente perredista, Alejandra Barrales, de la jefa delegacional Dione Anguiano y hasta del jefe de Gobierno Miguel Mancera.

 

Ah, pero quiere más: asegura tener también el respaldo de César Cravioto, jefe de la bancada de Morena en la ALDF.

 

Atrás de él hay un cúmulo de denuncias bajo investigación en la PGR por varios delitos; entre otros el de organizar disturbios en Nayarit y Jalisco.

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