Fin a una dilatadísima impunidad, práctica tan aceptada que se olvidaba su recurrente violación a la norma, la operación que convertiría al holandés Virgil van Dijk en el defensa más caro de la historia ha sido abortada por irrespetar los protocolos.

 

“Pueden los que creen que pueden”, dijo otro Virgilio, mucho más célebre que este prometedor defensa. Pues ya no van a poder aunque crean que sí.

 

No por ser hábito común, deja de resultar prohibido el tantear a un futbolista con más de medio año de contrato en vigor (como hizo el Liverpool con Van Dijk sin antes haber consultado a su equipo, el Southampton). Así lo marca el reglamento de transferencias de la FIFA: si se desea a un jugador que pertenece a otro club, la primera en saber del interés ha de ser su institución propietaria y ya después se puede tratar con el deportista.

 

Eso ha sido roto por la mayoría de las negociaciones más relevantes de la historia. Por hacer un rápido ejercicio de memoria, Zinedine Zidane recibió una servilleta del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, mucho antes de que la Juventus lo admitiera vender. Caso similar, el Santos de Brasil no fue el primero en enterarse del traspaso de Neymar al Barcelona. O el escándalo en la misma Premier League, ahora férrea con el tema Van Dijk, cuando el entonces DT del Chelsea, José Mourinho, fue captado en público con el defensa del Arsenal, Ashley Cole.

 

Suele decirse que lo que es costumbre se convierte en ley y de tal forma vivió el futbol por demasiado tiempo. Eso cambió recientemente con una serie de penalizaciones impuestas a quienes no se adhieran al reglamento.

 

Virgil van Dijk es un soberbio defensor, imponente por arriba, rápido, difícil de eludir y con capacidad para iniciar el juego del equipo. Dicho todo lo anterior, no me parece que sea el mejor zaguero del mundo y si se especuló que el Liverpool pagaría por él casi 80 millones de dólares, entonces Sergio Ramos, Leonardo Bonucci, Jerome Boateng, costarían bastante más. Por hallar una referencia cercana, Mats Hummels, teniendo en ese momento dos años más que los 25 actuales de Van Dijk, implicó al Bayern Múnich la mitad de esa cifra.

 

Otro tema es que en la Liga Premier se sigue una economía al margen y prohibitiva para los integrantes de los demás certámenes. Prohibitiva, como algo que parecía inocente e inofensivo, como ese seducir a quien tiene más de medio año de contrato y no ha sido puesto transferible.

 

Cuando se rompen siempre las reglas, no existe reparo en ignorarlas. Bastará con una serie de precedentes como éste, para que se respete lo establecido: si se pretende a un futbolista, como si se pretende cualquier adquisición fuera del futbol, la operación empieza con el dueño.

 

En un mundo ideal, la contraparte perfecta sería que ningún jugador sea vendido a donde no lo desee, otra práctica tan común que olvidamos su ilegalidad.

 

Twitter/albertolato

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