Vaya que se alargó el conflicto de los policías en Tabasco. ¡Quince días! se echaron en paro los casi cinco mil elementos de la policía estatal, agentes de tránsito y personal de protección civil.

 

En el gobierno federal ya no hallaban cómo convencer a Arturo Núñez de negociar con los mandos policiales; de hacerle ver que la “limpia de mafiosos” que se proponía, podía hacerla quizás de una manera un tanto menos radical. De “terco” no lo bajaban.

 

El gobernador aducía que si negociaba sería “una muestra de debilidad”.

 

Desde la secretaría de Gobernación le respondían que la debilidad ya era manifiesta (tanto, que solicitó el envío del Ejército y de la Policía Federal para enfrentar la situación que padeció durante dos semanas). Le advirtieron que de seguir así, le estallaría la crisis.

 

En fin, ya no entremos en más detalles. Por fin llegaron ayer a un arreglo. Y la principal demanda de los elementos policiales: la destitución de 48 mandos, no procedió (por ahora).

 

“Se queda para el análisis”. Se creará una comisión para revisar cada caso.

 

Pero lo que sí piensan aprovechar desde el gobierno de la República -en ello están ahora- es la solicitud que hizo Arturo Núñez el 16 de marzo pasado, del envío del Ejército Mexicano.

 

Como pocas veces, el envío de tropas fue casi inmediato: el lunes por la tarde ya estaban los militares en Tabasco.

 

Sólo que las razones que animaron a la secretaría de Gobernación a responder con tal prontitud no fueron solamente las consecuencias del paro policial, sino los pozos petroleros.

 

El cálculo de los estrategas del Cisen fue corroborado luego ante el anuncio que hizo un par de días después (el 18 de marzo) el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, de que desde ahí iban a hacer la defensa del petróleo.

 

Según declaró ayer el secretario de Gobierno de Tabasco, César Raúl Ojeda, el retiro de los militares sería gradual, “conforme se normalicen las cosas”

 

Empero, la propuesta del área de inteligencia del Gobierno federal es que los militares se queden en tierra tabasqueña. Y ya no para vigilar las calles, sino para cuidar los pozos.

 

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EL GENERAL Y EL ALMIRANTE.- Los tiempos en los que Marina-Armada de México fue vista como el patito feo de las fuerzas armadas mexicanas quedaron muy atrás (aunque en términos reales no ha pasado tanto tiempo ¿eh?, acaso 10 años).

 

Es más, hasta podría decirse que los papeles se invirtieron y que quienes hoy en día cuentan con más prestigio -y medallas- son los marinos. Y no es cosa menor, ya que el Ejército mexicano ha sido tradicionalmente la institución en el país más favorecida por la confianza de la población.

 

De ahí que no extrañe ahora que el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos anuncie una gira de trabajo por España y Francia junto con el secretario de la Marina-Armada, Vidal Soberón.

 

Ambas instituciones -y ambos mandos- ya van a la par.

 

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TIEMPOS QUE SE ENTRELAZAN.- Ayer murió Helena Paz Garro. Ocurrió en la víspera del centenario del nacimiento de su padre (31 de marzo de 1914), Octavio Paz.

 

Falleció en su casa, en Cuernavaca, Morelos, a los 74 años. De muerte natural, donde todavía días antes obsequió una entrevista a la revista Quién en la que habló -como tantas otras veces- de la difícil relación con el poeta:

 

“He aprendido a perdonarlo (…) Al final quedamos bien. Tranquilos. Nos reconciliamos", dijo esta vez.

 

A partir de hoy los restos de Helena Paz descansarán al lado de su madre: la escritora Elena Garro.

 

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GEMAS: Van dos regalitos fin semaneros. El primero, de la dirigente nacional del PAN, Cecilia Romero, durante su Asamblea Nacional: “Simple y sencillamente en este partido no queremos a los corruptos”.

 

El segundo -envuelto en celofán y con especial dedicatoria a sus críticos- de Andrés Manuel López Obrador, desde la Universidad estatal de Northdridge, California: “Si llego con vida y la gente lo pide, yo voy de nuevo al 18…”

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