No sé si sea porque una vez más me pasó a mi, o por el circo mediático montado en torno a la desavenencia del secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, o de que cada vez más gente cercana es víctima de la violencia pero, si fuera pesimista, diría que en la Ciudad de México reporta una tasa delictiva creciente.

 

Robos, asaltos, fraudes, crímenes de todos sabores y colores que son consecuencia de la impunidad. Una actividad que deja sin castigo al malhechor debido a que deja incalculables ganancias a servidores públicos de poca monta, a sus jefes y a altos funcionarios en perjurio 100% de los ciudadanos.

 

La Ciudad de México está alborde del colapso. Los ciudadanos vivimos en la zozobra. La gente, como personaje de video juego, sale de su casa sin la certeza de regresar con bien. Miguel Mancera no ha podido con el paquete: el DF es la ciudad de la vuelta prohibida, de la segunda fila,  de la mordida, del graffitti vandálico, del asalto, del agravio… de la impunidad que lastima a millones de ciudadanos.

 

¿Dónde quedó el manual que Andrés Manuel López Obrador, a la sazón Jefe de Gobierno del Distrito Federal, le compró al ahora consultor y ex-alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani?  Un Manual que por cierto costó millones de dólares y que, en apretada síntesis, prometía acabar con el crimen y la incivilidad en el Distrito Federal.

 

¿Qué pasó con ese compendio de recomendaciones que, insisto costaron una fortuna, pero que prometían de acuerdo con las huestes del PRD y autoridades capitalinas comandadas por ‘El Peje’, reducir sustancialmente el crimen en la Ciudad de México?

 

¿Qué pasó con esa honrosa receta que tanto resultado dio a Nueva York, ciudad cosmopolita, más segura, con vandalismo más controlado? ¿Quién pide cuentas de eso?

 

¿Qué dirá ese manual en torno a las millonarias ganancias que le dejan a algunos funcionarios de todos los niveles de gobierno el clima de inseguridad y zozobra que se vive en México? ¿Tendrá remedio eso?

 

Cambian de colores los gobiernos. Entran nuevos presidentes, nuevos gobernadores, jefes de gobierno, legisladores y todo cambia pero para mal.

 

En el caso de la Ciudad de México la incidencia de robo de Autos en la Delegación Álvaro Obregón es alarmante. La zona de Guadalupe Inn y Tlacopac son una meca para los asaltantes. ¿De qué sirven las cámaras instaladas en la vía pública si no son consultadas para recuperar autos, a menos de que seamos familiar de algún alto funcionario?

 

No hay ideas por parte de delegados, de legisladores del propio jefe de gobierno quien ha logrado transformar a punta de inoperancia, tibieza y frivolidad, la indiferencia de millones de personas en animadversión como líder político.

 

La Ciudad de México el producto terminado de la corrupción, de la pingüe cultura cívica de miles de personas con bajo nivel educativo, de la impunidad, de la informalidad en muchos niveles, de las excepciones en la aplicación de la ley -como el caso de los tianguis que venden comida insalubre, piratería y productos robados-, y de gobernantes que se rehúsan por conveniencia o impericia a hacer valer el estado de Derecho.

 

La ciudadanía que trabaja, que produce y que es a diario ‘buleada’ por la delincuencia y la impunidad en el Distrito Federal está dando muestras de hartazgo. En otros estados la impotencia ciudadana está organizando a la sociedad en grupos de autodefensa. ¿Cuál es el siguiente paso natural en la capital, que todos andemos armados?

 

Detalles tan elementales como banquetas en buenas condiciones, campañas de combate al graffitti vandálico, mejoramiento de prados y jardines, reencarpetado de calles y avenidas, reubicación de tianguistas, modernización de transporte público, mejoramiento de alumbrado y cámaras de vigilancia, prohibición de doble pasajero en motocicletas…. son ignorados por las autoridades capitalinas en todos sus niveles.

 

Los delegados, legisladores y Miguel Mancera piensan, en su esfera de crisis de ideas, que la comunicación con la ciudadanía sigue siendo la entrega de diplomas, inauguración de casetas telefónicas, el retiro de autos abandonados en la vía pública… La ciudadanía es más sofisticada exige ideas que den resultados.

 

 

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