Mañana viernes el gobierno estadunidense dará a conocer su reporte sobre la situación del empleo al mes de abril que contiene una serie de datos laborales muy esperados por los inversionistas porque les sirve para medir el clima de la recuperación manufacturera en Estados Unidos.
Las expectativas no son muy favorables una vez que ayer se conoció un puñado de indicadores sobre el mercado laboral y el sector manufacturero durante abril. Estos reportes muestran que se ha desacelerado el crecimiento del sector manufacturero en Estados Unidos y, por lo tanto, las empresas decidieron contratar menos personal.
El reporte nacional de empleo que publica la firma ADP y que contabiliza a los nuevos empleos en el sector privado, muestra que en abril las empresas sólo incorporaron a 119 mil nuevos trabajadores, de los 155 mil que se esperaban, y por debajo de los 131 mil que se contabilizaron en marzo pasado.
La debilidad en la generación de nuevos empleos en prácticamente todos los sectores de la economía y en prácticamente todas las empresas estadunidenses quizá se explica por la desaceleración que se ha visto en el sector manufacturero y a un menor gasto en la construcción.
El índice PMI de gerentes de compras del sector manufacturero cayó a 52.1 en abril desde 54.6 en marzo y representa el nivel más bajo de los últimos seis meses, aunque todavía el índice se encuentra en fase de una moderada expansión.
Seguramente que el menor dinamismo de la manufactura y su impacto en la generación de nuevos empleos tiene que ver, parcialmente, con las disputas políticas entre demócratas y republicanos en el Congreso estadunidense, y los consecuentes recortes presupuestales por 85 mil millones de dólares que se aplicaron durante las últimas semanas. Ello además de una debilidad aún manifiesta en el consumo.
Todos estos datos recientes refuerzan la idea -que ayer señalaba bien una nota de la agencia Reuters- de que la economía estadunidense se encuentra en un bache que podría alargarse durante el segundo trimestre, desalentando el crecimiento.
Pues bien, como ya lo sabemos, estas son malas noticias para la economía mexicana que está -literalmente- engranada al ritmo que marcha la manufactura estadunidense. Ya la Secretaría de Hacienda informó el martes pasado que durante el primer trimestre del año, la economía sólo creció 2.3% anual, considerando el efecto estacional; el número de asegurados al IMSS creció 3.7%, y los ingresos presupuestales cayeron 0.4% en términos anuales. Y hace una semana el INEGI informó que a febrero pasado el Indicador Global de la Actividad Económica, IGAE, apenas creció 0.4% en términos anuales, registrando una caída en el sector secundario (que incluye manufacturas) de -1.2%.
Así que la “expansión moderada” que se está viendo en la economía de nuestro vecino del norte -como le gusta calificar a la Reserva Federal al actual desempeño económico estadunidense- ya tiene efectos sobre una economía mexicana lenta, comportamiento que -por lo visto en las recientes cifras en EU- podría seguir a lo largo del segundo trimestre.
Situación de debilidad económica, por cierto, que podría acentuarse en el sector manufacturero exportador del país si siguen llegando capitales financieros, fortaleciendo al peso frente al dólar y minando la competitividad de las exportaciones.
Allí están las preocupaciones por el bache estadunidense a propósito de la visita de Obama a México.
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