El apagón administrativo de Estados Unidos, visto a través de la teoría de juegos, tiene una solución a corto plazo, quizá ocurra en un intervalo temporal de pocas horas contempladas por el 17 de octubre. El costo moral siempre supera al costo financiero, y lo más importante, logra atemperar al carácter desbordado (decisiones irracionales).
Dos jugadores se enfrentan a una decisión: subir o no el techo de la deuda para oxigenar, o no, a la administración pública de un país. El jugador demócrata (azul) quiere subir el techo mientras que el jugador rojo (republicano) desea lo contrario. El jugador azul no tiene el poder suficiente, hacia el interior de la Cámara de Representantes, para aprobar el presupuesto, por lo que se convierte en un elemento dependiente. (A través del voto, las transferencias de poder de decisión ciudadana tuvo un saldo positivo entre los rojos republicanos, mientras que los demócratas quedaron vulnerables -saldo negativo-). El jugador rojo no puede extrapolar el poder que tiene en la Cámara de Representantes; fuera de ella (en los entornos institucional y ciudadano) es asimétrico, es decir, no tiene tanto poder como el jugador azul; sin embargo, y como consecuencia, puede arriesgar más que el jugador rojo. Claro, hasta cierto límite.
A pesar de las asimetrías del poder, el jugador azul demócrata no quiere negociar con el otro por cuestión, dice, de principios. Aquí aparece el riesgo moral. Si el jugador rojo no aprueba el presupuesto propuesto por el jugador azul, todo el país se convertirá en rehén de una crisis económica nacional, pero global, por lo que toca a los mercados financieros; y como sabemos que éstos últimos destacan entre los principales incentivadores del comercio internacional, pues no es difícil llegar a una conclusión: crisis de comercio global.
¿Qué variables se encuentran afuera de la Cámara de Representantes? No es necesario escribir una enorme lista. La moneda y los mercados financieros dejarían de recibir transferencias de confianza. Se dice fácil.
Quien está midiendo el riesgo moral es uno de los jugadores rojos, otrora candidato a la vicepresidencia y actualmente presidente de la comisión de presupuesto del Congreso Paul Ryan. Desea que a partir de ya, de las conversaciones quede al margen el Obamacare; principal bandera de negociación entre los rojos hasta, posiblemente hace algunas horas (en dado caso de que los jugadores rojos no le den la espalada a su compañero). El pasado miércoles, Ryan publicó un artículo en The Wall Street Journal en donde coloca la llave de salida del dilema del prisionero. Mencionó que el sentido común tendrá que aportar reformas sociales sensatas.
Si esta información se incluye en las negociaciones entre los dos jugadores, suponiendo que Ryan convence a John A. Boehner y al caucus radical del Tea Party, el jugador azul retirará la palabra “rehén” de su discurso público, logrando enfriar el enfrentamiento.
Lo interesante de la economía es que siempre termina por convertirse en el componente racional hacia el interior del escenario político. La economía tiene como su mejor aliado al riesgo político, o si se prefiere, el riesgo político hace las veces de seguro contra la irracionalidad (de los políticos). Claro, todo lo anterior es modélico. Sabemos que el siglo XXI es el tiempo del hiperindividualismo donde los kamikazes suelen aparecer en la esquina de la casa.
Por lo pronto, en medio del impasse, el principal jugador azul recibió los aplausos del mercado financiero al llevar a Janet Yellen a la Reserva Federal. La política monetaria está en buenas manos en quien dijo que el empleo es el centro de atención de su gestión.
Concordancia con la situación real y no tanto con la grilla del día a día.
El dilema del apagón se diluye con la luz de las ideas.