La privacidad es un asunto muy sensible en internet. La empresa Instagram, hoy propiedad de Facebook, parece haber tomado una decisión alrededor de ésta, que bien podría ser un caso de estudio en las escuelas de negocio sobre lo que no se debe hacer en una industria como internet, al menos, si no se quiere dilapidar el capital que con sólo un clic puede abandonarlo por completo.
A partir del sábado 19 de enero entrarán en vigor las nuevas políticas de Instagram, una popular red social creada para compartir fotografías retocadas mediante diferentes filtros provistos por la misma red social. Durante más de dos años, Instagram ha dado un toque de clase, arte y creatividad al saturado y no siempre cuidado mundo de las redes sociales; sin embargo, toda la frescura e innovación alrededor de la popular aplicación pareció no trasladarse a manos de quienes decidieron buscar un modelo de negocio a costa de la privacidad de los usuarios.
Las nuevas reglas estipulan a grandes rasgos, que Instagram tendrá derecho a utilizar información de los usuarios como su perfil, lugar de origen y por supuesto, sus fotografías, para conectarlos con publicidad relacionada, que en general, es rechazada, al menos en el discurso, por la mayoría de los usuarios; adicionalmente, aunque en ese punto Instagram ha reculado, las nuevas políticas estipulaban el derecho de la empresa a comercializar cualquier fotografía, de un banco de imágenes que podría considerarse un auténtico tesoro, sin ninguna obligación de compartir algún tipo de regalía al creador de la misma.
Los resultados de tal decisión han sido casi inmediatos. De acuerdo con AppStats, el número de usuarios activos haciendo uso de la aplicación se redujo de más de 16 millones con los que se contaba al 17 de diciembre, a poco más de siete millones de usuarios activos al 14 de enero. Una auténtica tragedia en una industria donde perder audiencia de esa forma puede ser mortal.
Mucho se ha comentado sobre las razones que llevaron a Facebook/Instagram a tomar tal decisión, una de las más importantes, iniciar la recuperación de la inversión hecha por la empresa de Mark Zuckerberg en Instragram lo más pronto posible. Es un hecho que la empresa no entendió el perfil de usuarios de Instagram y por ello ha cometido una torpeza empresarial que puede costar mucho.
Instagram es una aplicación que nace para usuarios de iPhone, y su naturaleza como ya comentamos, tiene en el arte uno de sus pilares fundamentales. Es una aplicación de hipsters, dirían algunos. Más allá de etiquetas, si se conoce un poco de esta industria, se sabe que ese perfil de usuario es también muy vocal en las redes sociales, plantean y se adueñan de discursos aunque no tengan la razón, en muchos casos al nivel de convertirse en ciberactivistas. Y son, también, muy sensibles a un tema como la privacidad.
Instagram parece haber recibido un fuerte golpe por lo que parece una mala decisión de negocios. El tiempo dirá si tuvieron la razón.
Punto y aparte
No deja de ser paradójico que el tema de la protección de los derechos de autor sobre las imágenes en Instagram haya sido tema tan polémico para muchos usuarios quienes muy probablemente rechazan iniciativas como SOPA o ACTA que entre muchos otros temas, argumentan la necesidad de proteger los derechos de propiedad intelectual, e impedir copias, plagio o distribución a través de internet de material como libros o canciones. No cabe duda que la protesta es una de las actividades favoritas en las redes sociales, a veces, sin un razonamiento claro detrás.
@jorgetaboada