Vuelta al (fin del) mundo en 24 horas (00:00 – 08:00 horas). Los nuevos agoreros del desastre han encontrado en un mito urbano, aunque muy antiguo porque versa sobre urbes ya desaparecidas, como las mayas, sobre la madre de todas las tragedias: el fin del mundo. Resulta que en diversos países algunas personas se han tomado muy en serio eso de que el mundo llegará a su fin este viernes 21 de diciembre de 2012. Vayamos en tiempo (ir)real a algunas de las cinco zonas del planeta para revisar los últimos sucesos al respecto:

 

Eurozona:

 

En el viejo primer mundo las cosas han ido de una gravedad que raya en lo absurdo hasta el más simplón de los pitorreos en las redes sociales, como postear los típicos logos del reporte del clima para los próximos cinco días, donde el correspondiente al 21 de diciembre aparece con una temperatura cercana a los 999º grados Celsius y dibujitos de una lluvia de bolas de fuego. Mientras, en el sur de Francia deambulan ciertos personajes que aseguran que el Pico de Bugarach será la única cúspide que, como una versión posmoderna del Monte Ararat, sobrevivirá a la hecatombe.

 

Asia:

 

En China, donde la gente ama a Mao pero espera que –por favor– no vuelva a repetirse, las autoridades se han dado a la tarea de arrestar a cuanto profeta-terrorista se encuentre propalando que el mundo se va a acabar y hay que ponerse a hacer actos de contrición, ya sea recurriendo al grito abierto o a los medios tradicionales (impresos o electrónicos), o a través de la posmoderna vía del “hoy por tuit mañana por feis”. Las detenciones rebasan ya la centena, aunque, tomando en cuenta las dimensiones demográficas de la República Popular Democrática de China, no son significativas; es como quitarle un pelo a un gato pekinés.

 

Los arrestos más destacados ocurrieron en la Mongolia interior, donde los seguidores de la llamada “Iglesia del Dios Todopoderoso” creyó encontrar dóciles víctimas de sus disparates, en el sentido de que la energía eléctrica fallará y habrá oscuridad durante tres días; suficientes para que la vida terrestre (y las especies marinas, faltaba más) lleguen a feliz término. Las autoridades reportaron también escasez de velas y cerillos debido a un inusual consumo de dichos artículos.

 

América:

 

En Chile reportan que algunos sindicatos (no sólo de burócratas sino de los que sí ocupan sus manitas o su intelecto) han anunciado que pedirán “días a cuenta de vacaciones” para pasar este fin de semana en compañía de sus familias; no vaya ser que de veras llegue el fin del mundo y ni tiempo tengan de cobrar la quincena.

 

En Estados Unidos, donde nunca han faltado modernos profetas que promueven y consolidan verdaderos negocios religioso-empresariales, la bonanza apocalíptica rinde ya jugosas ganancias, amén de algunos tristes sucesos como los perpetrados por psicópatas sociales que, con las peculiares condiciones que les da vivir en un país donde es más fácil conseguir un arma que una cerveza, y donde una poderosa organización, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), ha hecho del miedo la base de su torcida percepción de la libertad, resulta comprensible que, de cuando en cuando, dichos personajes pasen al acto y se despachen al otro mundo a sus congéneres, quienes resultan ser, casi siempre, los más indefensos e inocentes.

 

En México, las autoridades de la Secretaría de Turismo, así como los empresarios de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes y algunos hoteleros reportan que la afluencia de visitantes no es la que se esperaba y que la “industria sin chimeneas” registrará importantes mermas, al haber vendido sólo 3% de los casi 50 millones de turistas que “quién-sabe-quien” calculó que se desplazarían durante esta temporada por los cinco estados de la Riviera Maya (Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas y Quintana Roo).

 

Vamos, ni Tabasco, que cuenta con la estela maya No. 6 de la excavación Tortuguero, donde aparecen los jeroglíficos de la cuenta larga del tiempo, ni las zonas arqueológicas de Yucatán, como Chichen Itzá, Palenque o el observatorio El Caracol; o las de Quintana Roo, como la bellísima Tulum, superarán la afluencia que tuvieron durante la última primavera. Al parecer, la gente ya entendió que para “llenarse de energía” es mejor y más barato zambullirse una barra de chocolate que gastar mucho dinero y calorías trepando a lo alto de cualquier pirámide, así sea la del Monumento a la Raza o la de Tenayuca.

 

Eso en Guatepeor, porque en Guatemala y Honduras sí que esperan derramas económicas (como si el dinero además de lavarse pudiera adquirir la consistencia líquida que tienen las cascadas) por varios millones de dólares.

 

¿Cómo se originó esta leyenda fantástica?

(08:00 – 16:00)

 

Durante una entrevista que la doctora De la Garza Camino hizo para el reciente número de de la Revista de la UNAM, y cuya versión en vieo está disponible en la dirección de Internet: http://www.revista.unam.mx/vol.13/num11/art113/, es posible apreciar de modo muy sencillo cómo fue que, a partir de errores de interpretación del legendario mayista de origen inglés, John Erick Thompson, hacia la primera mitad del siglo pasado, los amantes de la pseudociencia y la ciencia ficción elaboraron toda una serie de equívocos, mismos que han derivado en la falsa creencia de que los mayas habrían predicho el fin del mundo.

 

Todo este embrollo del apocalipsis maya comenzó por tres errores de interpretación en los que incurrió J.E. Thompson: primero, que los glifos mayas no formaban parte de un sistema de escritura; segundo, que los mayas fueron una sociedad obsesionada con el paso del tiempo y, tercero, que se regían bajo una especie de teocracia-astronómica pacifista.

 

Según nos los relata la especialista del Instituto de Investigaciones Filológicas, los mayas, como cualquier otra cultura o civilización, estaban dedicados por entero a buscar las mejores condiciones de supervivencia. Estaban al pendiente de todas las actividades propias de su entorno y de su vida cotidiana y aplicaban los conocimientos que adquirían en alcanzar una mejor calidad de esa vida.

 

Si los mayas escrutaban el cielo en busca de los movimientos de los astros –en especial del Sol, por razones obvias-- y calculaban el paso del tiempo, era porque, al ser una economía basada en la agricultura, deberían tener en cuenta esos conocimientos espacio-temporales para predecir los cambios de clima; para saber cuándo y cómo aplicar los esos ciclos al desarrollo de su campo, de su agricultura, y proveerse los alimentos necesarios; sin embargo, de ningún modo pretendían predecir el futuro.

 

Los hallazgos de otro especialista de la UNAM, el epigrafista Guillermo Bernal, dan cuenta de que los mayas fueron una sociedad, como tantas otras, basada en el poderío de un Estado político y militar que nada tenía de pacifista y en cuyo interior coexistían diversos estratos sociales, bajo complicados lazos de sumisión.

 

El tablero de K´an Tok, que Bernal tuvo que rearmar pieza por pieza, es prácticamente el más largo registro grabado en piedra sobre el acontecer político y social de los tiempos en que los mayas habitaron Palenque. Sin embargo, la interpretación de los jeroglíficos mayas se complica mucho, pues no existe un documento mediante el que se la pueda comparar, como ocurrió con los jeroglíficos egipcios y la Piedra Roseta, en la cual se pueden leer varias escrituras juntas, entre ellas el griego antiguo, y cuyo desciframiento resultó más accesible.

 

Sin embargo, tanto las interpretaciones de Thompson, que durante casi medio siglo imperaron en el colectivo social, como la estela No. 6 (parcialmente destruida) de la excavación conocida como Tortuguero, en Tabasco, han servido de base para la creación del mito del apocalipsis maya.

 

La estela No. 6 revela tan sólo uno de los procesos que los mayas tenían para medir el tiempo: la llamada cuenta larga. Se trata de un sistema vigesimal que agrupa los meses en periodos de 20 días cada uno y los años en 18 meses. Al día, los mayas lo llamaban kin y al mes unial; en tanto que al año, lo designaban con el nombre de tun, de modo que 20 tun formaban un katún (20 años mayas) y la reunión de 20 katún (o katunes) daban un baktún, es decir un periodo de 144 mil días. Al igual que ocurre con algunas lenguas --como el árabe y el hebreo, por ejemplo—la notación maya se lee de derecha a izquierda, de tal manera que, en la cuenta larga, 21 días se representarían así: 0.0.0.1.1; es decir, 0 baktún, 0 katún, 0 tun, 1 unial (20 días) y 1 kin (1 día).

 

Por ejemplo, este miércoles 19 de diciembre de 2012 podría corresponder a la fecha maya 12.19.19.17.18; el jueves sería 12.19.19.17.19 y el viernes terminaría el ciclo de 13 baktún; es decir 13.0.0.0.0.

 

Sin embargo, como existen más de 50 inicios de la cuenta larga propuestos por los especialistas, resulta que mientras algunos opinan que el 13 baktún ocurrió hace 258 años, otros suponen que ocurrirá el próximo viernes, y algunos más que sucederá dentro de 261 años. En lo que sí coinciden los más serios investigadores es en que al cumplirse los 13 baktúnes lo único que sucede es que termina la cuenta y puede comenzar una nueva, como cuando desprendemos la última hoja del calendario.

 

Lo trágico no es que se acabe el mundo, sino que siga igual o peor

(16:00-24:00 horas)

 

Pretender detallar la cosmovisión maya es un planteamiento imposible. Desde luego que para los mayas antiguos, la llegada de los españoles fue el fin de su mundo y, sin embrago, no se tiene conocimiento de que haya una sola inscripción adivinatoria de ese suceso. Entonces ¿podrían los mayas predecir el fin de nuestro mundo, sin ser capaces de augurar la destrucción de su propia cultura?

 

La invasión europea dejó muy pocos datos en pie como para armar de nuevo toda la información sobre las creencias religiosas de los pueblos originarios. En el caso de los mayas, sólo sobreviven hasta nuestros días unos cuantos códices. Es como intentar armar un rompecabezas de miles de piezas con unas cuantas. Tarea a la que se dedican con toda seriedad investigadores tan prestigiados como los que trabajan en los institutos de investigaciones Filológicas o Estéticas de la UNAM y de otras universidades y centros científicos de México y del resto del mundo.

 

Lo trágico no es que se acabe el mundo sino que continúe tan mal como está o empeore. Nos enfilamos hacia una especie de neo-feudalismo en el que las empresas le disputan el control a los Estados sobre regiones cada vez más grandes y sobre sectores de la sociedad cada vez más amplios. El deterioro del medio ambiente y su impacto en el cambio climático, lejos de atenuarse, se encamina hacia rutas cada vez más preocupantes. Se ahondan las desigualdades social, política, militar y económica entre los pueblos y las culturas.

 

Por ahora, los apologistas del mito apocalíptico maya dejan de lado que el fin del mundo es una invención de la cosmogonía occidental judeo-cristiana. Algunos otros recurren al Popol Vuh como fuente de su incesante paranoia, sin tomar en cuenta que esa obra fue escrita en un periodo posterior a la conquista.

 

Hay incluso quienes recurren a Las Centurias, el compendio de predicciones de Nostradamus, que a la letra dice algo así como: “Desde la pacífica mañana, el fin vendrá cuando el caballo baile completando nueve círculos”. Y como todo cabe en una profecía sabiéndola interpretar, hay quien supone la constatación de este delirio apocalíptico en el exitoso video del Gamgam Sytle (el paso del caballo, en coreano), que pronto llegará a los 9 millones de visitantes; así que por ahora nos despediremos al estilo de los posmodernos merolicos que se la pasan avistando señales en el cielo, mientras se llenan los bolsillos con los bienes terrenales de cuanto incauto logran atrapar en sus redes sociales… “Y nadieee hace nadaaa”.

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