ALERTA: SI NO HA VISTO LA PELÍCULA, NO LEA ESTA COLUMNA… Hace 75, el escritor Jerry Siegel creó al boy scout más famoso del mundo. En ese 1938, Superman era el primer héroe de poderes por encima de la normalidad que, sobretodo, tenía como encomienda luchar por la justicia.

 

El problema es que, ahora, la justicia ha cambiado.

 

En Kill Bill, David Carradine habla de la mitología de Superman y su distinción ante los otros cómics de la mitología fantástica de pasquines del siglo XX.

 

Según Bill --y, en este caso, Tarantino--, a diferencia de otros héroes, Kal-El esconde su verdadera personalidad tras las gafas de Clark Kent. Él no debe disfrazarse para ser el paladín de la justicia: él es Superman 24/7.

 

El superhéroe insignia de la DC Comics ha modificado en múltiples ocasiones su vestimenta, poderes, debilidades, amores, compañeros de batalla, ciudades de residencia y hasta estado civil. No obstante, siempre había mantenido una línea clara de respeto a la vida.

 

Man of Steel cambia la filosofía del personaje heroico de ficción más conocido en el mundo.

 

Cuando Siegel y Shuster lo crearon en Ohio, la idea era que fuera el fiel ayudante de las clases oprimidas norteamericanas. En una economía que apenas flotaba tras la recesión, el hombre de acero daba certidumbre hacia las injusticias de una realidad repugnante.

 

Superman luchaba contra maridos abusivos y patrones intransigentes. Sus enemigos eran más cercanos a la calle que a los grandes peligros que el radio, el cine y la televisión le crearon.

 

En los primeros cómics, no necesitaba ni siquiera volar, su fuerza era enorme. Tan enorme como su valor moral.

 

Porque si algo diferenciaba a los personajes de DC de los de Marvel o cualquier otro editor de historietas era el respeto a la vida.

 

Ideología que, también, fundaba a los Estados Unidos de América.

 

Por eso, Superman era tan cercano al prototipo del héroe norteamericano por encima de cualquier otro.

 

No era el vigilante solitario ni el socarrón héroe juvenil ni, mucho menos, el modificado héroe de guerra. Superman era el personaje que había decidido defender la libertad y la justicia en el american way of life.

 

Pero el american way of life ha cambiado. En una época en donde la supravigilancia está autorizada y se sacrifican libertades por seguridad, que Superman asesine a sus enemigos es permisible.

 

Christopher Nolan indica que, a la mitad del proceso creativo de la tercera y última parte de la saga de Batman, él y su hermano comenzaron, dentro de un bloqueo creativo, a pensar de qué otra forma podría contarse la historia del último hijo de Kriptón.

 

La historia rompe con la premisa básica o, más bien, la actualiza a los cánones de seguridad y poderío actual.

 

Batman es humano, aún puede cuidar los valores judeocristianos de respeto a la vida y al semejante. Kal-El es otra historia. Al ser un extraterrestre con poderes súper humanos, las reglas ya no son las de su planeta destruido ni las inculcadas por su padre adoptivo.

 

Superman --al igual que el gobierno actual norteamericano-- tiene conciencia de su papel en la tierra, de su rol de policía del mundo e, incluso, con fuerza y habilidades por encima de cualquier otra entidad.

 

Ahora, Superman se da los mismos lujos que su gobierno tiene. Juega en su tiempo y forma. Un héroe oxidado por los tiempos. Por los tiempos modernos.

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