El próximo 31 de diciembre, el subgobernador José Sidaoui concluye su segundo periodo en la Junta de Gobierno del Banco de México, posición que ha ocupado durante 16 años, desde enero de 1997.

 

El relevo de Sidaoui parece inminente debido a su ya larga estancia en la Junta de Gobierno del banco central y a la muy probable decisión del presidente Enrique Peña Nieto de imprimir su sello propio en el máximo órgano decisor del banco central.

 

Generalmente los cambios que ocurren entre los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México han pasado desapercibidos para la mayoría de los ciudadanos por la tradicional distancia que el banco central ha mantenido con la sociedad y que no ha querido, o logrado, acortar. Este caso seguramente no será la excepción.

 

Sin embargo, el cambio que viene es relevante no sólo porque será el primero de Enrique Peña Nieto, lo que dará indicios de su futura relación con el banco central; sino también y más importante aún- porque señalará el rumbo de la Junta de Gobierno: Hacia su franca “homogeneización” en pensamiento y criterios, o hacia el restablecimiento de los equilibrios y contrapesos que necesita.

 

Como en todo organismo de decisión, se busca que los miembros de la Junta de Gobierno del banco central aporten, sin ataduras, su experiencia, conocimientos y criterios en la materia, a fin de enriquecer las decisiones colectivas que se adoptan y que éstas sean las más convenientes para los objetivos de estabilidad del poder adquisitivo de la moneda y del sistema financiero.

 

Lo anterior se logra con miembros experimentados con probado conocimiento de las materias que aborda el banco central, pero también con orígenes y trayectorias diversas que enriquezcan la discusión y la calidad de las decisiones en momentos de alta inestabilidad financiera global.

 

En ese sentido, el riesgo que corre la Junta de Gobierno es la “homogeneización” de sus miembros que privilegie a un “grupo de amigos” -lo que no niega la competencia profesional de éstos- por encima de los necesarios contrapesos en el debate. Y ello sí que pone en riesgo la calidad de sus decisiones.

 

Por eso es que candidatos como la subsecretaria Lorenza Martínez -quien tiene un currículum académico-profesional impecable pero que su cercanía con el gobernador Agustín Carstens la anularía como contrapeso en las deliberaciones- no serían una buena señal para el futuro de la Junta de Gobierno.

 

En el perfil del nuevo subgobernador debe privilegiarse la experiencia en materia monetaria y el reconocimiento público a una trayectoria en el ámbito económico y financiero, por encima de las lealtades y compromisos políticos o burocráticos.

 

Uno de esos personajes es Juan Manuel Pérez Porrúa, un ex funcionario del Banco de México con mente brillante para la política monetaria, creador de los títulos bancarios y gubernamentales que se operan en el país y, además, un experto en política fiscal. Su ya largo paso por Hacienda y Banco de México, además de sus incursiones en el sector financiero privado, son evidencia suficiente como para ser tomado en cuenta en una Junta de Gobierno que requiere de balances y de contrapesos para enfrentar creativamente los retos globales que impone la inestabilidad financiera y de precios que ya tenemos encima.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

 

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