Hay guerras diseñadas para perderse. La que se inició en 2006 en contra de los cárteles de las drogas y del crimen organizado es una de ellas si nos atenemos a que no existió una estrategia que atacara las finanzas de estas organizaciones, el corazón del negocio de las drogas.
Según revelan las investigaciones del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el banco inglés HSBC fue el banco de los narcos mexicanos.
O si no, cómo se explica que en un año las sucursales en Sinaloa de HSBC hayan transferido mil 100 millones de dólares a Estados Unidos sin que el banco y las autoridades movieran un dedo para investigarlo e impedirlo.
El caso es un escándalo por donde se le vea. No sólo por el desmesurado monto que significan siete mil millones de dólares transferidos desde las sucursales bancarias mexicanas a Estados Unidos en tan sólo dos años (2007 y 2008) y que -a decir del banco y de las autoridades- no “vieron” internamente en HSBC, sino también por el descontrol -por decir lo menos- en la supervisión de lo que ocurre en el sistema financiero en momentos en que Felipe Calderón le había declarado la guerra a los cárteles de la droga, con un altísimo costo de vidas, y cuando esta decisión era la máxima prioridad de su gobierno. No hay forma de entenderlo.
Las preguntas allí quedan:
¿Acaso la práctica recurrente, por años, de parte de estos funcionarios bancarios de ignorar las advertencias y las reglas de las autoridades financieras en operaciones de carácter criminal son, apenas, una “falta administrativa” que se corrige con multas?
¿Por qué el gobierno -a través de su unidad de inteligencia financiera, de la CNBV y de la propia PGR- que había emprendido una “guerra sin cuartel” en contra de los cárteles de las drogas, no fue capaz de detectar, detener y corregir a tiempo este aparatoso y anormal flujo de dólares físicos hacia el exterior que, por la ubicación, montos y calidad de los autores de las transferencias, eran altamente sospechosos de estar realizando operaciones provenientes del crimen organizado?
¿Acaso es posible hacer operaciones con cantidades millonarias en dólares en una sucursal bancaria del HSBC en Sinaloa sin que los funcionarios bancarios tengan algo que ver o estén francamente coludidos con las organizaciones del crimen organizado?
¿Existen procesos legales abiertos en contra de funcionarios del banco por conductas delictivas?
¿Acaso el tamaño de un banco como éste en el sistema financiero nacional es factor intimidante para que las autoridades de supervisión financiera aplique las reglas con el rigor requerido? ¿Estamos frente a un nuevo caso de impunidad?
El caso HSBC México, revelado en sus detalles por los investigadores estadunidenses, no sólo ratifica la fallida estrategia del gobierno para combatir al crimen organizado, sino que devela que el sistema financiero mexicano fue un paraíso que fortaleció a los cárteles de la droga.
SÍGALE LA PISTA…
Ayer en el Hotel Plaza de Nueva York el empresario Carlos Slim recibió el premio Dwight D. Eisenhower al Liderazgo Global, el máximo galardón que otorga el Business Council for International Understanding, una asociación que agrupa a las mayores corporaciones multinacionales. En su visita a la ciudad de los rascacielos el empresario estuvo acompañado por el senador y líder petrolero Carlos Romero Deschamps.
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