En fechas recientes, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes anunció una serie de licitaciones para construir trenes que sirvan a la Zona Metropolitana del Valle de México. La respuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal fue un proyecto distinto: que la Federación apoye la expansión del metro hacia el Estado de México, generando trenes radiales, en vez de utilizar las vías existentes del ferrocarril.

 

En ocasiones anteriores me he referido aquí a mi escepticismo por los trenes, como una solución preponderante en materia de transporte público. En esta ocasión no ahondaré en el tema en sí, sino en los mecanismos de discusión de las infraestructuras más costosas.

 

La secuencia de hechos no puede ser más significativa en el tema de los trenes. Primero Felipe Calderón cuestiona las obras viales y propone transporte masivo en un discurso emitido el 26 de julio. Una semana después, la SCT anuncia 5 trenes para la Zona Metropolitana.

 

Durante el presente gobierno se constituyó un Programa de Transporte Masivo (PROTRAN), fondeado por el Fondo Nacional de Infraestructura, de Banobras. Es un gran avance en materia de transporte masivo, hay que reconocerlo, y se ha encontrado con la limitante de que no existe una política pública nacional en cuanto al transporte público, ni facultades concretas de las secretarías que pudieran estar involucradas (Hacienda, Medio Ambiente, Desarrollo Social y Comunicaciones y Transportes). Ante la falta de facultades, ha sido la SCT la que ha tomado la bandera, sobre todo a través de su Dirección General de Transporte Ferroviario y Multimodal.

 

¿Queremos una política federal en materia de transporte público urbano? ¿O queremos una política de fomento en materia de movilidad urbana? La diferencia radica en si queremos a la Federación decidiendo proyectos locales, o la queremos defendiendo una visión de movilidad y fondeando proyectos que se apeguen a esta visión.

 

Me parece que en este momento es preocupante el liderazgo de la SCT en el tema de transporte masivo: el transporte público no se agota en el transporte masivo (el Valle de México, con 250 kilómetros de trenes, a penas mueve el 14% de los viajes en ellos), y ellos creen que sí.

 

Para que el transporte masivo funcione bien, se requiere al menos uno de estos dos elementos: o lo alimentas con otros servicios de menor capacidad, o lo construyes en un corredor lleno de vivienda en varios niveles. Resulta que eso no ocurrió en el tren suburbano a Cuautitlán y no ocurrirá en ninguno de los proyectos que plantea la SCT pues sólo reciclan derechos de vía.

 

¿No tendrían que ir juntos el Gobierno del Distrito Federal, el Gobierno del Estado de México y el Gobierno Federal en este tipo de proyectos? ¿No tendría que haber una discusión más amplia de proyectos que pueden tener un impacto tan elevado?

 

Es preocupante que el Gobierno Federal se meta con ligereza a impulsar proyectos de transporte público cuando es un tema de carácter local. Hacer trenes desvinculados de lo local es preocupante, como también lo es que la Federación no entienda su papel en este proceso: debe facilitar que las ciudades cuenten con un buen transporte público, sólo hasta donde éstas no pueden lograrlo por sí mismas. Es claro que hay ciertas inversiones que los estados y las ciudades no pueden realizar, pero esto no significa que las deba hacer la Federación, sino apoyar a los gobiernos locales para que ellos las hagan.

 

SCT debe sacar las manos del transporte local. Es un tema  local, así lo fija la Constitución. La Federación, con el concurso de Hacienda y otras dependencias, simplemente debe apoyar a los gobiernos locales de manera técnica y con financiamiento, pero no imponiendo proyectos desvinculados de las políticas locales.

 

@GoberRemes

 

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