¿Qué más debe pasar para que los mexicanos despertemos y nos demos cuenta de que si seguimos en estado de pasividad, a los trabajadores nos quitarán hasta el último peso de nuestros ahorros, salarios y prestaciones? Hace unos días, frente a todos, legisladores de la Cámara de Diputados y del Senado aprobaron arrebatarles a más de 70 millones de mexicanos sus ahorros mediante la llamada reforma al Infonavit.
Sin duda, este hecho puede calificarse como un robo en despoblado. Sin contar con la autorización de las y los trabajadores, el partido en el poder decidió apropiarse de 2.4 billones de pesos, supuestamente para construir y rentar más de 1 millón de viviendas. Se trata de un abuso calificado por los trabajadores como una expropiación de sus recursos.
El asalto al Infonavit fue avalado por aquellos líderes sindicales charros que, desde un principio, han cerrado filas con Morena y han entregado cualquier cantidad de conquistas laborales al gobierno a cambio de protección, beneficios personales y por supuesto, evitar la cárcel. Un ejemplo claro es Napoleón Gómez Urrutia quien, una vez más, dijo sí a pisar a los trabajadores y apoyó este desfalco, como lo hizo anteriormente con el tope y la reducción de las utilidades a 90 días. Un auténtico Judas de la clase trabajadora.
Curioso que en un país donde el Gobierno profesa que las decisiones son tomadas a mano alzada y donde a los sindicatos nos obligan a someter todo a votación, en este caso no existiera una sola consulta, ni se le preguntó a algún trabajador o trabajadora si estaba dispuesto a ceder sus ahorros para que el Gobierno haga con ellos lo que le venga en gana, ya que las viviendas que harán tampoco serán propiedad de la clase trabajadora sino que serán del Infonavit.
Tras el golpe a los trabajadores y al Infonavit, hubo un sin fin de complicidades. Se ha sembrado la idea de que el Gobierno, que es pésimo administrador, podrá manejar tal cantidad de dinero y, además, construir viviendas. Pero seamos sinceros: no pueden ni reparar un tramo de carretera federal y ya quieren hacer casas.
Que no nos vengan a mentir ni a decir que este Gobierno ha defendido a la clase trabajadora, porque no han hecho nada por beneficiarnos. No les basta con el 30 por ciento que pagamos de impuestos sólo por trabajar; con el dinero que nos quitaron de nuestras utilidades; ahora, el Infonavit, y, seguros estamos que, seguirán buscando como quitarnos más.
Los trabajadores estamos solos. Los supuestos líderes sindicales se han dedicado a alinearse con todas las iniciativas oficiales para evitar ser investigados. El ejemplo más cínico fue, este fin de semana, cuando varios representantes obreros se reunieron para mostrar unidad con el Gobierno. En realidad, fue una unión para desviar la atención sobre el atraco al Infonavit.
El panorama no es alentador. Cualquier recurso que generemos los trabajadores estará en riesgo de ser tomado por el Gobierno. Lo peor es que, una vez que el dinero salga, como en el caso del Infonavit, no habrá quien nos rinda cuentas; la misma reforma contempla que esos fondos podrán utilizarse prácticamente sin supervisión. Por otro lado, el Instituto perderá su cualidad tripartita, pues la reforma otorgó al Gobierno un mayor número de representantes y así obtener siempre la mayoría de votos.
Los trabajadores siempre perdemos, nos encontramos entre un Gobierno voraz y un grupo de oportunistas que desde hace mucho se olvidaron de la lucha obrera.
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