Meterse con el salario de los trabajadores, con las prestaciones, con los derechos laborales e incluso apostarle a terminar con gran parte de la fuente de empleos de todo un sector, eso en resumidas cuentas es lo que ha hecho Napillo de manera ininterrumpida a lo largo de seis años.

Napoleón Gómez Urrutia regresó a nuestro país de la mano de Morena, bajo la protección de una senaduría que lo blindó y erradicó de cualquier riesgo de pisar la cárcel; de otra manera, entendámoslo bien, no hubiese puesto un sólo pie en México. No olvidemos que pasó diez años escondido, sí, pero también viviendo en plena opulencia en Canadá.

De mártir no tiene nada, fue un delincuente huyendo de la justicia, pero en calidad de millonario. Y como se sabía, a su regreso haría lo que fuera para tomar ventaja, obtener beneficios personales y vengarse de las empresas y los mineros que no sólo denunciaron, sino que demostraron que les robó mil millones de pesos.

Ahora, si a eso le sumamos que además le dieron la presidencia de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Senadores, pues era de esperarse que los resultados para la clase obrera fueran por demás nocivos. De ser el millonario prófugo de la justicia, pasó a ser senador de Morena y de ahí se coronó como el enemigo de los trabajadores.

Y explico por qué su principal iniciativa implicó que las utilidades fueran limitadas y topadas a un máximo de 90 días, cuando antes los trabajadores recibían por este concepto el 10 por ciento de las ganancias de las empresas. Él, más que nadie, sabía lo importante que era este ingreso, ya que, además de pedir su moche a las empresas, se llevaba una tajada de lo que recibían los mineros.

Pero, no fue lo único que propuso, impulsó y que, por supuesto, se aprobó sino que, además, hizo obligatorio el pago de la cuota sindical, que no es otra cosa que garantizar que se apoderará, mes tras mes, de una parte del salario de los trabajadores que se encuentran afiliados a sus empresas con fachadas de sindicatos, labore él o no. A la par, también apoyó y promovió la aprobación de la reducción de las pensiones por accidentes y enfermedades de trabajo, demostrando que lo que menos le interesa es la estabilidad no solo laboral, sino emocional y física de los trabajadores, el ingreso de las familias y las necesidades diarias de la clase trabajadora.

Pero esto no fue todo, sino que Napillo se atrevió también a atentar contra toda una industria, contra la que le ha dado de comer a él, su familia, nueras, nietos y amigos y de la que se ha servido hasta donde ha querido: la minera. Este cínico manipulador y rapaz intentó limitar las concesiones y, junto con ello, coartar el trabajo de más de 2 millones de mexicanos.

Por otro lado, dentro de los cambios que propuso a la Ley Minera está prohibir la minería a cielo abierto. Está proponiendo acabar con el ingreso de miles de personas, con economías locales y millones de dólares de inversión. En el sector minero debemos estar atentos, ya que las amenazas y venganzas del imitador de minero no cesarán, ya que curiosamente Morena volvió a blindar a Napillo, ahora con una diputación. Entendamos que el empleo de miles de familias está en riesgo y no dejará de estarlo hasta que se haga justicia y Napillo sea encarcelado por tantas cuentas pendientes.

Mientras tanto, seremos vigías de cada una de sus acciones y no dudaremos en levantar la voz y salir a las calles si es necesario con tal de defender nuestra industria.

 

     @CarlosPavonC