Desde hace años, en México dejaron de importar los políticos con capacidad de análisis y respeto por las leyes, para ser reemplazados por paleros y propagandistas del partido en el poder. Estos individuos, sin escrúpulos ni permiso, han metido mano al dinero de los trabajadores para luego presumirlo como un acto de justicia social. Me refiero específicamente al saqueo de las subcuentas de vivienda del Infonavit.

Una cosa es que el Gobierno construya vivienda social como política pública, y otra muy diferente es que se adueñe de los recursos de los trabajadores para construir vivienda con fines electorales. No nos confundamos: no es por el bien del pueblo. Finalmente, también somos pueblo, y lo único que han hecho es despojarnos de nuestros recursos.

La ocurrencia se convirtió en ley, y si el Gobierno puede disponer del ahorro del Infonavit sin preguntarnos, ¿qué impide que mañana lo haga con las Afores? ¿O con los fondos de pensión? ¿O con cualquier otra prestación? No nos engañen: no es un acto de política pública, es una confiscación disfrazada de "primero los pobres, primero los votos".

El saqueo a las subcuentas del Infonavit alcanza los 2.6 billones de pesos, dinero que no se gastará en muros o varillas. Lo que realmente construirán con los fondos de 70 millones de mexicanos es un ejército de votantes a favor de Morena. Como ya lo hemos dicho, no es dinero público, es el dinero de los trabajadores. Ningún trabajador solicitó que su fondo de vivienda se convirtiera en herramienta política como si fuera propiedad del Estado.

Por lo pronto, frente a la inconformidad de millones de trabajadores, el Gobierno morenista anunció la construcción de “viviendas del bienestar” en siete estados, entre ellos Campeche, Coahuila y Durango. Pero de los trabajadores que fuimos atracados, nadie habla.

Ya lo hemos dicho antes: el Gobierno actúa con paleros cooptados, disfrazados de diputados y senadores, y, por supuesto, con charros y vendeobreros, disfrazados de líderes sindicales. A estos últimos se les premia con espacios en donde deberían representar a los trabajadores, pero en la práctica terminan representando y defendiendo al oficialismo.

Un claro ejemplo es Napoleón Gómez Urrutia, quien lleva siete años con impunidad tras haber robado mil millones de pesos a los mineros. En lugar de estar en la cárcel, está como diputado, impulsando todas las iniciativas que el gobierno requiere.

A los trabajadores no nos preguntan nada, el Gobierno pone a modo a quienes nos representarán en puestos que deben ser elegidos por la clase trabajadora, por ejemplo en el Consejo de Administración del Infonavit, ¿quién de los acogidos o más bien de los “maiceados” defendieron a los trabajadores ante el saqueo de las Subcuentas? Ninguno de los cinco supuestos representantes obreros se opuso.

¿Dónde queda la democracia sindical? No existe, está junto con el avión que vendieron y con el petróleo refinado de Dos Bocas.

Deben explicar a los trabajadores por qué a nuestros sindicatos se les exige y obliga a consultarnos mediante votación libre, secreta y directa todo procedimiento y lo que realmente nos deben consultar, no lo hacen, nos imponen lo que quieren.

Lo que está pasando en México es peligroso. ¿Hasta dónde llegará este Gobierno en su afán de conseguir votos con nuestros recursos? Recordemos que la historia nos enseña que los abusos de poder cuando no se detienen a tiempo crecen hasta volverse insostenibles.

 

      @CarlosPavonC

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