Belinda no se esconde. Frente a las recientes revelaciones de Lupillo Rivera en su autobiografía Tragos amargos, donde asegura que tuvo un romance de siete meses con ella y dice que hasta hablaron de tener gemelas, la cantante dio una respuesta gélida: “No hablo de personas irrelevantes”.
Mientras Rivera detalla desayunos en las madrugadas con Belinda y momentos de aparente intimidad, ella elige dejar el silencio como réplica: no una negación, sino una borradura pública, el guion típico del poder femenino en medio del ruido mediático.
Ese silencio calculado también constituye respuesta al linchamiento que recibió Christian Nodal luego de decir que tener ansiedad “es un privilegio”. Las redes no perdonan: “No está aprendiendo nada”, le llovieron. En la industria del espectáculo, donde el drama personal se convierte en espectáculo, la salud mental queda reducida muchas veces a una frase viral para despotricar.
En contraste, la violencia que empieza online siempre encuentra su puente hacia lo físico. El activista Arturo Islas y su familia fueron interceptados y agredidos; el odio digital dejó de ser solo tuits y pasó a la puerta de su casa. “La violencia digital se convirtió en física”, advirtió él mismo.
Mientras tanto, en la danza de parejas públicas y rumores, cuentan que Cazzu aún conserva fotos de Nodal en su casa “por una razón contundente”. Si el amor se filtra por redes, las imágenes que quedan también indican quién persevera en la memoria.
A esto se suma el drama real que viven figuras que no eligen el espectáculo: Mariazel denunció públicamente amenazas de muerte en redes sociales, recordándonos que incluso quien solo presenta noticias puede volverse blanco.
Y en ese escenario de rivalidades mediáticas, Poncho de Nigris entra con sus propias crueldades: exigió a las fans de Aarón Mercury que ahora voten por Aldo de Nigris “aunque se molesten”, y llamó “vendida” a Wendy Guevara por su forma de conducir La Casa de los Famosos 3. Si alguien puede mostrar los dientes en público sin pestañear, ese es Poncho.
Eduin Caz, vocalista de Grupo Firme, vivió el extremo opuesto del brillo: fue hospitalizado de emergencia tras dos conciertos intensos. Según él, fue derivado de cansancio extremo y deshidratación. “Pachuca y Tijuana, otro nivel. Acabaron conmigo”, se le escucha decir. Que el límite del cuerpo reclame descanso es tan real como el límite de la fama exige desgaste.
Florinda Meza, por su parte, también levantó la voz al defender a Ángela Aguilar, al comparar el hate que ambas reciben en redes: “Es una chica noble”, aseguró, intentando protegerla de las críticas feroces. La viuda de Roberto Gómez Bolaños sabe lo que significa ser reducida a blanco de ataques constantes, y entiende que en este medio la crueldad de las redes no respeta trayectorias ni edades.
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