“Estamos vivos gracias a la risa”, dice la escritora belga Amélie Nothomb; eso es lo que uno debe hacer cuando se da cuenta de que a los habitantes de la Ciudad de México no les importa que se haya dado a conocer que la Agencia Nacional de Estados Unidos (NSA, en inglés) espió todas las conversaciones telefónicas, mails, SMS, whatsapp, datos en Facebook, Gmail, Skype, Yahoo!... ¿Cuál fue la respuesta? A excepción de dos organizaciones cívicas predomina el desdén. No hay indignación. Es cierto: estamos en el lobby del Big Brother pero ¿eso significa que ya debemos dar por perdida nuestra privacidad?

 

Propuesta Cívica y ContingenteMX solicitaron al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) iniciar un procedimiento de verificación en las empresas proveedoras de internet y telefonía móvil Iusacell y UniNet (empresa perteneciente a Telmex que funciona como un servicio de transporte de datos a través de redes virtuales privadas) para conocer cuál es la funcionalidad de este software contratado a un sobreprecio a la empresa Obses en los últimos meses de la administración de Marisela Morales en la Procuraduría General de la República (PGR) con el argumento de combatir al narcotráfico. El spyware tiene la capacidad de obtener información privada como contraseñas, conversaciones, directorios, audios e impresiones de pantalla, además de activar el micrófono y la cámara de los equipos telefónicos sin el conocimiento del usuario, para vigilarlo en tiempo real.

 

En entrevista,  Pilar Tavera, directora de Propuesta Cívica, indica que una de las razones de que no hay protestas por el espionaje en México tiene que ver con que el derecho a la privacidad “es un tema que aún desconoce la mayoría de los usuarios de redes telefónicas y de internet”. En esto mismo coincide Jesús Robles Maloof, integrante del colectivo Contingente MX, quien también argumenta que no ha impactado en la población por 1) “el poco conocimiento tecnológico de la sociedad que se encuentra en un nivel básico” y por 2) “el poco conocimiento sobre los derechos de privacidad”.

 

Robles Maloof asegura que el spyware también ha sido detectado en la Secretaría de Marina, Secretaría de Seguridad Pública y PGR, pero hay otro llamado Blue Coat que está instalado en 29 entidades públicas y privadas, entre las que destacan la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Este programa tiene doble uso: sirve para mantener la estabilidad de las redes complejas, pero también tiene capacidades intrusivas.

 

FinFisher se hace pasar por actualización de software para instalarse en computadoras, smartphones o tabletas sin el consentimiento del usuario. Ya instalado, crea un directorio para poder acceder a la información privada almacenada en el equipo y luego envía los datos al servidor desde donde se opera. También rescatar información enviada a través de programas de videocharlas como Skype, y graba la comunicación enviada desde correo electrónico, chats y otros programas de voz por internet (VOIP), además de que puede activar el micrófono y la cámara de los equipos.

 

El 13 de junio, la Universidad de Toronto dio a conocer un estudio a través de su laboratorio de investigación Citizen Lab, en el cual revela que el spyware FinFisher o FinSpy se utiliza en 25 países del mundo For Their Eyes Only: The Commercialization of Digital Spying para vigilar a defensores de derechos humanos, activistas o periodistas. De acuerdo con el informe, el servidor de cómputo que aloja el programa espía se encuentra en la IP 187.188.xxx.xxx operado por la empresa Iusacell PSC; en tanto, el servidor operado por UniNet está en la IP 201.122.xxx.xxx.

 

El IFAI notificó hace unos días que Iusacell y Telmex respondieron a la solicitud de información: aseguran que en sus redes no usan el spyware FinFisher, aunque aclararon que alguno de sus clientes podían haberlo usado. En tal caso, esto va para largo. Mientras tanto, ya alistan la participación directa de Jacop Appelbaum en la asesoría técnica para conocer el grado de penetración del espionaje en México. Hace unos días, otra revelación de Edward Snowden aportó más datos sobre la masiva recopilación de llamadas telefónicas, SMS, chat y datos que los capitalinos publican en redes sociales. ¿Nos seguimos riendo como propone Amélie Nothomb?

 

 

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