Desde su creación, la Secretaría de la Función Pública logró lo que pocos: Poner de acuerdo a tirios y troyanos sobre el fracaso de su creación, la ineficacia de su operación y, por lo tanto, la propuesta de su desaparición.

 

A lo largo de sus nueve años de vida se formó un abrumador consenso entre funcionarios públicos de alto nivel y empresarios proveedores del sector público de que se había fracasado con la creación de la Función Pública en su intento de remplazar a la vieja Secodam. El propio Felipe Calderón planteó su desaparición en 2009, decisión que sólo derivó en un “adelgazamiento” de la estructura burocrática de la Secretaría.

 

Hace poco Luis Téllez, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, me decía: “La Función Pública es un paralizante de la actividad del gobierno. Quieren ser expertos en una reglamentación que no funciona”. Con él coincidieron el director general de ICA, Alonso Quintana, y el presidente de Mexichem, Antonio del Valle.

 

Pero el gran fracaso de la Función Pública se encuentra en el combate a la corrupción. La percepción de corrupción en el índice de Transparencia Internacional se mantuvo en estos años con una calificación de tres, en una escala donde 10 es “muy transparente”. Resultados muy pobres para una de las mayores lacras que exhibe a México en el mundo y le resta competitividad.

 

Ahora Enrique Peña Nieto ha propuesto desaparecer a la Función Pública derivando sus atribuciones en las contralorías internas de cada secretaría y en una Comisión Nacional Anticorrupción con autonomía del Ejecutivo. Habrá que ver hasta dónde llega. Porque para cumplir seriamente con los objetivos de un organismo así se requiere absoluta independencia del poder político, prestigio profesional de sus miembros, capacidad de investigación y un diseño institucional a prueba de casi todo (incluyendo a sus aliados).

 

SÍGALE LA PISTA…

 

1. COLMILLO. Por si quedaban dudas sobre la fuerza e influencia que ejercía Roberto González Barrera sólo hay que ver quiénes encabezan los dos gremios financieros más relevantes del país. La Asociación de Bancos de México la preside Jaime Ruiz Sacristán bajo el impulso de Don Roberto, y la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros está presidida por Fernando Solís Soberón, directivo de Banorte. Ambos asumieron sus posiciones en un periodo político-electoral de definiciones. Como quien dice, Roberto González no daba paso sin huarache.

 

2. RANCIO POPULISMO. El secretario de Agricultura, Francisco Mayorga, le dijo en entrevista a El Economista que el alza en los precios de los granos es producto de un choque de oferta. Ayer el ex subgobernador del Banco de México, Everardo Elizondo, escribió en Reforma que el alza en el precio del huevo es “perfectamente explicable por la reducción abrupta de su oferta”. Pero Bruno Ferrari insiste en la vieja retórica populista de “vamos a frenar los abusos de los especuladores” y “el precio del huevo debe estar mucho más barato”. Retórica que sólo busca ganancias políticas pero que se queda muda ante la realidad de la ley de la oferta y demanda. ¿Por qué Ferrari no tomó la decisión de quitar aranceles a las importaciones desde hace tiempo si tanto le importan los consumidores?

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

 

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