El crecimiento de las llamadas “policías comunitarias” o grupos de “autodefensa” en algunos estados del país, marcadamente en Guerrero, representan un fenómeno preocupante que habla del rebasamiento de todas las estructuras del Estado que, incapaces de brindar seguridad a sus ciudadanos, se ven completamente rebasadas por grupos que toman la justicia y la seguridad por su cuenta y desafían el monopolio de la fuerza que ejerce el Estado.

 

Si ya la presencia del crimen organizado y de los grupos del narcotráfico, aunado a la existencia de otros “poderes fácticos” habían puesto en duda la eficacia del Estado mexicano y provocaron que se llegará a hablar de “Estado fallido” en regiones enteras de México, ahora el fenómeno de los grupos paramilitares de autodefensa, parecen confirmar que esas teorías no eran del todo descabelladas cuando la gente tiene que armarse y formar guardias blancas para su autodefensa y autoprotección.

 

Lo más extraño es que todo eso está sucediendo en México ante una aparente complacencia de los gobiernos federal y estatales que no parecen encontrar la manera de abordar el fenómeno que desafía su autoridad. A nivel federal, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, habló de “diálogo” con esos grupos que se están multiplicando en varias regiones, pero en su discurso no hubo un posicionamiento claro sobre la ilegalidad que representan las acciones de ciudadanos armados para cumplir la labor de seguridad.

 

Mientras en los estados, los gobernadores parecen aceptar la operación de estos grupos, a los que pretenden aparentar que manejan, al llamarlas eufemísticamente “policías comunitarias”, en un burdo intento por darles cierto estatus legal a grupos que con todo y sus buenas intenciones, están fuera de la ley.

 

La ambigüedad con la que los gobiernos están abordando este problema está mandando señales erróneas a la población. No pasa día sin que se anuncie la creación de un nuevo grupo “de autodefensa” que, se dicen dispuestos a dar protección a sus comunidades. Aparecen encapuchados, uniformados y con armas, tomando el modelo que ya han aplicado en otras comunidades y que, ante la ausencia de las autoridades, ellos ven como “exitoso”.

 

Los riesgos de ese tipo de grupos son de sobra conocidos. Desde la experiencia en Colombia donde los grupos paramilitares surgieron primero como “autodefensa” y se transformaron después en grupos armados que controlaron territorios, desafiaron al Estado y en algunos casos se aliaron al crimen organizado, hasta las experiencias mexicanas en Chiapas en los años 90 cuando, durante el conflicto zapatista, las “guardias blancas” auspiciadas por caciques o por partidos políticos, provocaron masacres como la de Acteal y desplazamientos de personas por conflictos intercomunitarios.

 

El Estado en su conjunto y los gobiernos, tanto a nivel federal como estatal y municipal, tendrían que definir, urgentemente, una posición clara y contundente sobre el surgimiento y la proliferación de estos grupos armados de “autodefensa”; la primera definición debiera ser de tipo legal o constitucional y a partir de ahí fijar una estrategia para abordar y controlar el fenómeno antes de que se generalice en el país, donde las condiciones existen para ello en amplias regiones, y se conviertan en un nuevo poder paralelo, uno más, que desafíe y debilite al propio Estado.

 

NOTAS INDISCRETAS…La reaparición de Marcelo Ebrard no es casual y marca el inicio de una estrategia del ex jefe de Gobierno del DF para recorrer el país en los próximos meses con un objetivo claro: buscar la dirigencia del PRD a finales de este año. Al mismo tiempo Marcelo retoma su complicado proyecto por el 2018, para lo cual sus visitas a los estados tendrán dos componentes: diálogo con las estructuras del PRD pero también de la sociedad civil. Ebrard arranca solo y veremos si logra sumar apoyos…Los dados repiten Serpiente. Mal tiro.

 

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