Nadie sabe quién es Guccifer, pero cuando se pronuncia esa palabra, los estadunidenses se ponen en guardia, principalmente los políticos y las estrellas de Hollywood.

 

Es un hacker old school, roba información y la hace pública. Deja su marca en ella y continúa. Acecha a los poderosos. Es su conciencia. Es nuestro perro guardián.

 

Las masas en Estados Unidos relacionan a Guccifer con escándalo, con secretos ventilados, con mentiras y fragmentos de la vida privada de los sujetos que determinan sus destinos sin tomarlos en cuenta del todo.

 

No tengo la menor duda de que Hollywood en algún momento hará una película sobre su vida. Es el enemigo público que ha quedado opacado en los medios masivos de comunicación gracias a las filtraciones de Edward Snowden y al papel que WikiLeaks y Julian Assange volvieron a jugar a partir de las nuevas pruebas de espionaje mundial que realiza la potencia global a través de la NSA y contratistas, como Booz Allen Hamilton (considerada la empresa de robo de secretos privada y legal más rentable del planeta).

 

Edward Snowden acaparó --otra vez-- este fin de semana la atención de los redactores de noticias de todo el mundo cuando se informó desde Rusia que había llegado procedente de Hong Kong, después de que Estados Unidos estaba a punto de capturarlo.

 

Los televisores y las portadas de las versiones electrónicas de los diarios escupían una y otra vez que se iría a Ecuador, que ya había pedido asilo al gobierno de Rafael Correa (Viva Ecuador! Thany you Rafael Correa!, escribió Kim Dotcom en Twitter).  Venezuela, el otro país que se decía podía recibirlo para no ser encarcelado por Estados Unidos, guardaba silencio… y la noticia se repetía una y otra vez.

 

WikiLeaks decía que estaba detrás de la huida de este “patriota-enemigo” de Washington. Julian Assange volvía a sonreír. Dos de los hombres que se las han arreglado para destapar las medias verdades de los políticos podrían estar juntos muy pronto, ideando cómo seguir amenazando con revelaciones a las naciones y las empresas.

 

Con la sencilla diferencia de que ellos no son considerados hackers.

 

Guccifer sí.

 

Él sigue huyendo. Interviniendo cuentas y robando datos, fotos, información que le pertenece a los líderes, a los ricos y famosos, a los sujetos que entre las clases trabajadoras –y entre los resentidos sociales que anhelan privilegios de primer mundo sin esfuerzo-- son vistos como los malos --aunque en el fondo, muchos quieren vivir y comportarse como ellos.

 

Gracias a Guccifer sabemos, por ejemplo, que la semana pasada en Bruselas se llevó a cabo una reunión con expertos en seguridad, de gobiernos e independientes, en la que se discutió cómo el mundo es todos los días más vulnerable a las amenazas cibernéticas, principalmente por la penetración de la banda ancha en la vida diaria de las personas (85% del mundo en el ciberespacio en 2017, se aventuran a decir).

 

Pero lo más importante no fue la idea de que todos usarán internet en algún momento. Se centraron en la ciberguerra. La gran pregunta era: ¿Cuándo un ataque puede ser considerado un acto de guerra?

 

A partir de esa pregunta hablaron de Estonia y de Stuxnet. Ataques cibernéticos dirigidos a dañar a gobiernos e instalaciones estratégicas. Agua, aeropuertos, energía eléctrica, comunicaciones, todo se puede vulnerar. Si fuera una bomba sobre una instalación estratégica de alguna nación, sería una ofensa mayor de la nación que la lanzara. En este caso discutieron cuándo tomar como un pretexto para responder la detección de un virus o una bomba electrónica que dañe el funcionamiento de una ciudad o un país.

 

Gracias a Guccifer también se han conocido detalles de la vida privada de la familia Bush, incluso cuadros que muestra momentos muy íntimos del ex presidente, así como fotos del patriarca de la familia muy enfermo en una cama de hospital.

 

Sabemos por este hacker que desde principios de 2000 se construye un laboratorio subterráneo en Estados Unidos, en los restos de una mina. A una gran profundidad, se harán pruebas que nunca antes se han hecho en este planeta. Están los mapas que realizó Dynatec Corporation, y que dan cuenta de lo esencial del proyecto.

 

El Servicio Secreto de Estados Unidos visitó a los creadores de Cryptome, el sitio de desclasificación de documentos y filtraciones, para pedirles a los responsables de su administración, bajar la lista de contactos de los Bush. Les preguntaron además cómo habían conseguido la información y si sabían algo de Guccifer.

 

Nadie sabe quién es.

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