Época de corralitos y escraches (protesta social en los domicilios de políticos); de ingravidad lúdica y de despolitización a la italiana; de amenazas nucleares y de huelgas de hambre masivas (en Guantánamo, capital de Horror). El trabajo se ha convertido en un bien híper escaso;  los Indignados se globalizan. Los odios se incuban en partidos políticos; del Amanecer Dorado griego a la discriminación constitucional húngara. Son los rasgos de la segunda década del siglo XXI. Claro, siempre existirán espacios libres de miedo como Disney.

Mientras que en Chipre la troika desmonta el paraíso fiscal con atento aviso a la mafia rusa, en cantones suizos se fortalece lo que puede considerarse la verdadera Disneylandia: fast food, tax lite. Impuestos libres de grasa. Era lógico. Si la posmodernidad nos obsequió el café libre de cafeína, la transmodernidad nos obsequia bonos financieros libres de protestas a pesar de que se cobren ejecutivos que destruyen empresas.

 

Cuentan que la familia de los Habsburgo fue propietaria del cantón Zug (Suiza). Años después, al formar parte de la Confederación, Zug pasó a ser un territorio de los Waldstätten (países boscosos) junto con los cantones originales como lo fueron Uri, Schwyz y Unterwalden. En 1803 Zug recuperó su autonomía tras la proclamación de la Confederación Helvética. En 2013 existen 29 empresas registradas en el pequeño cantón poblado por apenas 19 mil personas (unas cuantas manzanas de la colonia Roma en la ciudad de México). Siemens, por ejemplo, tiene registradas en Zug a 17 empresas; en 15 de ellas no reporta personal laborando. Magia negra en épocas de los paraísos fiscales. En Zug se encuentran empresas como Mars, la que produce marcas exitosas como Snickers.

 

Para Burguer King Europa, ubicar su domicilio fiscal en Zug le genera la mínima brecha entre utilidades antes y después de impuestos. La dolorosa cifra (ISR) se sitúa entre el 2% y el 8.8%. Si decidieran ubicar su domicilio en place des Vosgues en París o en el Paseo de Gracia de Barcelona, los trabajadores, tal vez, disfrutarían de atmósferas incomparables. Pero la estética es subyugada por el ISR. ¿Por qué razón pagar entre el 25% y el 35% de ISR si existen lugares como Zug?

 

La correlación de “la magia negra” es infalible. En medio de la crisis del euro, Burguer King Europa reportó un incremento en sus beneficios, durante 2012, del 16.6%. Algo así como 50 millones de euros. Dos factores reflejan su bonanza, la alimentación ociosa es barata y los útiles de placer superan a los dígitos de su precio. El segundo elemento es la bondad otorgada por las autoridades fiscales del cantón ya famoso.

 

El entorno es similar al de las atmósferas recreadas por Luis Buñuel, lo mismo en El discreto encanto de la burguesía que en El ángel exterminador. Apología del absurdo la dictaminada por la troika en Nicosia al pedirle al presidente un corralito libre del visto bueno del Parlamento chipriota. En un principio, a los pequeños ahorradores se les había bloqueado los cajeros automáticos como el derecho de ir a retirar sus pocos billetes a la sucursal de la esquina.

 

Paradojas de la transmoderindad. Al premier británico no le gustan las hamburguesas libres de grasa. Así lo confirmó John Christensen, director dela Tax Justice Network, al periódico catalán La Vanguardia el pasado domingo. Por una parte no observa la conexión de la City con algunos paraísos fiscales, por ejemplo, la isla de Jersey, pero con el ojo que mantiene abierto vislumbra la contabilidad fiscal de Starbucks o Subway en cuyos domicilios fiscales concentran los beneficios más seductores libres de grasa.

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