Los estudiantes que se rebelaron contra el autoritarismo, en busca de una democracia sólida, hoy se encuentran en el poder y desde los más altos cargos tienen la responsabilidad de ser congruentes con sus antiguas consignas y demandas, aunque los primeros pasos no son muy alentadores.

Y si la izquierda “letrada”, “ilustrada” y “científica” no puede detener o contrarrestar las inercias priistas, el país está metido en un gran problema, contaminado por una dañina filosofía política.

Herederos del movimiento de 1968, miles de jóvenes salieron a las calles para protestar y echar atrás lo que se conoció como El Plan Carpizo en 1986. Encabezados por el Consejo Estudiantil Universitario y en donde los dirigentes más visibles eran Carlos Ímaz, Imanol Ordorika y Antonio Santos, miles de jóvenes fueron inspirados por la lucha del 68 y salieron a las calles 18 años después.

Una nueva generación volvió a irrumpir en la escena nacional en 1999, cuando el exrector Francisco Barnés de Castro propuso un incremento a las cuotas; ante la influencia y desconfianza de movimientos anteriores se conformó el Consejo General de Huelga, CGH, que llevó a la Universidad Nacional a un paro de 10 meses, en el que el grupo más radical ganó la partida sobre los miembros del CEU que todavía hacían activismo en la casa de estudios.

Participantes de esos tres movimientos se encuentran ahora en las primeras filas del Gobierno, empezando por la presidenta Claudia Sheinbaum, del movimiento del 86; quien designó a Pablo Gómez, del 68, el coordinador de la reforma electoral. Como miembros destacados de aquellos movimientos, deberían luchar por todo aquello que defendieron en las calles o al cerrar la universidad… a menos que solo haya sido una consigna.

Hay dudas y preocupación en algunos sectores, porque justo el 2 de octubre se anunció la aprobación de una Ley de Amparo, un “arma judicial” del ciudadano contra el autoritarismo de las decisiones de Gobierno, ¡que pone en desventaja al propio ciudadano ante las decisiones gubernamentales!

Y viene en camino una reforma electoral en donde, hasta ahora, la alianza en el poder ha excluido a los partidos de oposición y ha relegado la negociación con las distintas fuerzas políticas, con el argumento de que son “camarillas”; en la comisión que ha comenzado esta discusión, no participan los partidos de oposición, y Pablo Gómez, quien encabeza los trabajos asegura que el partido en el Gobierno va a ejercer su mayoría. ¿En dónde quedó aquello por lo que decía que luchaba?

El camino recorrido por estos herederos de los movimientos estudiantiles parece ir en sentido contrario de todo aquello por lo que se detonó en el 68, cuando como estudiantes, salieron a las calles a exigir más democracia. Ojalá y no sea así.

 

#LoboSapiensSapiens

¿Y la corrupción?

Políticos como Adán Augusto López o Ignacio Ovalle, según la lógica de aquellos que tomaron las calles y cerraron la UNAM contra la corrupción y por democracia, deberían ser cuando menos investigados o puestos a disposición ante un juez… Pero parece que la inercia priista no se ha podido detener.

 

     @chimalhuacano